¿CÓMO Y POR QUÉ ACTÚA UN CRISTIANO?
(Domingo V del T.O. Ciclo B)
9 febrero 2003
"En aquel tiempo... le llevaron todos los enfermos y poseídos. La población entera
se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a
muchos demonios... Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se
puso a orar... Recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los
demonios". (Mc 1,29-39)
Realmente, en estos pasajes, Marcos no nos aporta apenas palabras de Jesús. Dice
que enseñaba, que predicaba, pero no nos indica qué. Eso sí, nos transmite hechos.
Jesús actúa. Diríamos que el evangelio es el relato de la praxis de Jesús.
Una praxis que, curiosamente, arranca de la oración: estar a solas con el Padre
Dios. Y que desemboca en la acción: dedicarse por completo a las necesidades de
los hermanos.
Importante tener en cuanta este dato. Hoy se habla y se practica mucho lo que
llamamos solidaridad. Perfecto. ¿En qué consiste para la mayoría? En ayudar a
aquel que considero igual a mí. Porque no hay derecho a que, siendo iguales, unos
estemos así y otros estén de la manera que están. Es correcto. Pero pobre. El
cristiano hace lo mismo, pero por distinto -o superior- motivo. Se acerca al otro y,
con todas sus fuerzas, lucha con él y por él, porque el otro es la viva imagen de
Dios.
Parece lo mismo, ¿verdad? Y, sin embargo, no lo es. Desde el planteamiento
cristiano, se va más lejos. Y en él cabe la reciente desgracia de Galicia y el anciano
que humanamente no resulta rentable. Cabe la situación de países tercermundistas
y el enfermo incurable y repugnante... Cabe la contaminación de la naturaleza y la
lucha a favor de la vida nacida y por nacer... Cabe dedicar desinteresadamente un
tiempo de la propia vida para los demás y el dedicarse de por vida a los otros... La
presencia de Dios reconocida en el hermano, en cualquier hermano, y más en el
que sufre por cualquier causa, es el motivo de actuación a favor del hermano.
Es lo que descubrimos en las curaciones de Jesús. En ellas, se manifiesta su poder
y su victoria sobre el mal. Pero también, y sobre todo, su identidad como Mesías.
Porque ése es el modo de actuar de Dios, que no quiere el mal para los hombres.
Por eso, su enviado, actúa con esa fuerza contra el dolor, el sufrimiento y la
enfermedad, y a favor de su dignidad y de las condiciones que la reconocen,
respetan y aseguran. Y este modo de actuar de Jesús ocupa la mayor parte de su
vida. Quitáis del Evangelio las curaciones y los milagros, la actividad de Jesús a
favor de los demás y en contra del mal, y os quedáis sin más de la mitad.
Como en Jesús, este ha de ser el compromiso de sus discípulos: también hoy, los
cristianos, debemos ocuparnos, como tarea principal, en hacer frente y
contrarrestar al mal. El paro, la pobreza, el hambre, la marginación, la
enfermedad... están ahí reclamándonos. Que nadie diga más que todo eso no es
propio del compromiso cristiano.
Eso sí, para que la actuación del cristiano no pierda su verdadera naturaleza y se
diferencie de tantas otras actuaciones similares, será necesario recurrir
diariamente, como Jesús, a la oración. Conviene no olvidarlo. Cada día estoy más
convencido de que los cristianos nos comprometemos poco porque rezamos poco.
Así, como suena.
Miguel Esparza Fernández