Ciclo B. IV Domingo del Tiempo Ordinario
Julio César Villalobos, C.M.
Escuchemos a Dios que viene con autoridad
¿Sabes Jesús? Muchas veces nos hablas y no te hacemos caso, insistes en
permanecer siempre al lado de nosotros, pero no queremos verte, nos corriges con
amor y nos gana la soberbia de no querer cambiar, vienes a través de tus profetas
y no hacemos lo que nos pides, nos preocupamos de tantas cosas innecesarias, por
eso es que a veces nuestra vida no tiene sentido; nos hablas en cada misa y no te
escuchamos. Ayúdanos a escuchar tu voz, a saber que siempre eres tú quien se
dirige a nosotros para cambiar nuestra vida.
Cuán importante es saber escuchar a Dios. El que escucha a Dios es porque guarda
paz en su alma, esa paz que viene del Espíritu. El que escucha es porque no guarda
violencia en su corazón.
El libro del Deuteronomio (18,15-20) nos pone a Moisés dirigiéndose a su pueblo
para que pueda escuchar la voz del profeta: “El Seor tu Dios hará surgir un
profeta como yo, de entre los tuyos, de entre tus hermanos. A él lo escucharán. Es
lo que pediste al Seor tu Dios en Horeb…”
“Afuera”, allá “en el mundo” hay mucho ruido. Mucha gente vive apresurada, se
quiere llegar tan rápido al destino deseado, queremos ver resultados siempre lo
más rápido posible, se envía mensajes a cualquier parte del mundo en milésimas de
segundos, cada día se crean nuevas cosas, mucha música a alto volumen,
intentamos llenarnos de cosas…¿y con todo esto estaremos dispuestos para
escuchar siempre a Dios?
¿Qué pasa cuando no escuchamos a Dios o hacemos cosas que no son santas o no
son queridas por Dios, en palabras del Deuteronomio: “ese profeta morirá”.
Por eso es que debe resonar siempre el llamado de San Pablo: “Quiero que estén
libre de preocupaciones” (1Cor.7,32-35). Al dirigirse así San Pablo, lo hace con una
preocupacin: “inducirlos a una cosa noble y al trato con el Señor sin
preocupaciones”.
En el evangelio aparece Jesús con mucha autoridad, tanto así que sus paisanos se
sorprenden: “se quedaron asombrados de su doctrina, porque no enseaba como
los escribas, sino con autoridad…” (Mc.1,21-28). Los espíritus inmundos, según el
evangelio de hoy reconocen quién es Dios; y los que no tienen esos espíritus
también.
¿Reconozco que Dios tiene autoridad?, ¿él siempre gobierna mi vida?, ¿él es la
autoridad de las autoridades?, ¿él siempre es la única autoridad en la Iglesia y en el
mundo?, ¿quién manda en nuestra vida: el diablo o Dios?…
Animémonos a escuchar siempre a Dios que viene con autoridad.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)