IV Semana del Tiempo Ordinario, Ciclo B (Año Par)
Con permiso de dominicos.org
Introduccion a la semana
Se remata con esta semana el primer mes del año y se abre con variedad de
detalles litúrgicos el mes de febrero. Además del Día del Señor, ya el IV del
Tiempo Ordinario, nos encontramos con diversos estímulos celebrativos que, a
buen seguro, animarán nuestra creencia y robustecerán la voluntad de seguir al
Maestro de Nazaret donde quiera que vaya. El evangelio dominical dibuja un
perfil de Jesús enseñando con autoridad en Galilea, al tiempo que Pablo anima a
seguir al Señor sin preocupaciones y Moisés tranquiliza al pueblo adelantándoles
que tendrán un profeta como él.
En la semana destaca la memoria de un buen hombre que llenó con su servicio
pastoral a los jóvenes que no tenían acceso a formación profesional y humana;
Don Bosco, quien con su forma de pastorear llenó todo el siglo XIX de la iglesia
en Europa con destellos de humanidad y atractiva santidad.
Nos encontramos, además, con un día que tiene brillo propio, no sólo por tener
un contenido bíblico muy navideño, sino también por el arraigo popular que a lo
largo de los tiempos ha conseguido la fiesta de la Candelaria, o de las Candelas,
o de la Purificación de María o, también, de la Presentación del Señor. Los
ancianos Simeón y Ana nos trasmiten la alegría de la esperanza colmada de ver
al Señor, luz para todos los pueblos y gloria de Israel: paz cumplida.
Le sigue la memoria del mártir San Blas, el tres de febrero, que aún consta en
multitud de dichos del refranero español, y concluye la semana haciendo constar
la evocación a Catalina de Ricci, una contemplativa dominica que hizo de la
pasión de Cristo el mejor argumento orante de su vida.
En las primeras lecturas de la semana tendremos los últimos fragmentos del
Libro II de los Reyes, donde se nos traslada momentos nada edificantes de la
monarquía post-davídica; en tanto que en la segunda lectura nos acompañará
Marcos narrándonos diversos episodios de la compasión de Jesús y todo su
empeño en limpiar nuestro corazón (páginas de endemoniados y enfermos) y
dando cuenta de la decisión más frívolamente cruel que conocemos: decapitar a
Juan Bautista por el premio ca-prichoso que recibió la hija de Herodías al danzar
a gusto de su padre. El evangelio del sábado, no obstante, constata que la
multitud suscitó la compasión de Jesús y decidió enseñar con calma.
Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de San Jacinto (Sevilla)