Domingo Quinto del Tiempo Ordinario B
“Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó”
Marcos presenta la actuación de Jesús como una lucha contra el mal del hombre en
todas sus formas. En el Evangelio de hoy vemos a Jesús triunfando sobre el mal
físico o involuntario, la enfermedad, fruto de la simple finitud humana. La actividad
misionera de Jesús iba siempre acompañada por otra actividad muy importante, la
de “curar a muchos enfermos de diversos males”.
Una lectura superficial del Evangelio podría confundir a Jesús con un simple
curandero. El sentido profundo de las curaciones es que Jesús viene a liberar al
hombre, a todo hombre. Quiere sacarlo de aquella situación trágica y desesperada
que nos pinta el libro de Job, de donde está tomada la primera lectura, y conducirlo
a un estado de salud espiritual y corporal porque Dios le llama a la felicidad. Jesús
toma una actitud activa de lucha contra el mal del hombre e invita a sus seguidores
a hacer lo mismo.
En la curación de la suegra de Simón que “estaba en cama con fiebre”, Jesús
realiza unos gestos que rebosan humanismo, misericordia, delicadeza y están llenos
de ternura: “Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó”
“Acercarse” es un gesto de amor, estima y comprensión. Vivimos amontonados,
pero lejos unos de otros. La distancia con el otro no la medimos en metros o
kilómetros. La distancia con el otro se mide con el corazón. Estamos cerca cuando
nuestro corazón está cerca de los demás, sobre todo de los que sufren. Acercarnos
al que sufre, al que todos dejan solo porque no es importante. No esperar a que el
que necesita se acerque a nosotros, sino que seamos nosotros los que nos
acerquemos a él. Acercarse al que sufre es esencial para el cristiano.
“La cogió de la mano”. Las manos no son para acaparar cosas, o llevárselas al
bolsillo en señal de indiferencia. Son para tenderlas a los demás, para coger la
mano del otro estrechándola en señal de amistad; para acortar distancias entre
dos; para abrir la puerta del corazón e invitar al otro a entrar; para decirle al otro
tú eres importante para mí. Nunca las manos están mejor empleadas que cuando
se tienden y se abren hacia el otro. Es un gesto de cercanía, de amistad, de
confianza.
“Y la levantó”. Detalle sencillo pero aleccionador. Sacarle de la situación triste en
que ha caído. Se trata de restablecer siempre al otro cuando se ve abatido. Que
recobre la ilusión y la esperanza, descubriendo que algo tiene que realizar en la
vida. Sentirse útil pudiendo avanzar en compañía de los demás.
“Se puso a servirles”. El poder de Jesús levanta, libera, para que seamos personas
que sirven. Servir es estar atento y abierto a los demás; es entregarse con lo que
somos y tenemos a los demás; es la forma en que se realiza el seguimiento de
Jesús, orientando la vida entera al servicio en virtud de nuestra fe cristiana, ya que
el Maestro “no ha venido a ser servido, sino a servir” (Mt 20, 28). Si pretendemos
actuar como servidores, es clara nuestra responsabilidad en formarnos para un
mejor servicio profesional y también apostólico.
“Se marchó al descampado y allí se puso a orar”. Jesús no se deja dominar por la
actividad agotadora de cada jornada. Sabe encontrar tiempo para reavivar su
espíritu. Se retira a orar. La oración en Jesús es como una necesidad y como un
clima que envuelve su vida y su tarea. Para Jesús, la vida y la historia no se
entienden sin Dios, que es un Padre, el trasfondo y la clave de la oración de Jesús,
que va estrechamente unida a su misión. Quien tenga la misma actitud de Jesús
ante la vida, sentirá la necesidad de orar.
Necesitamos hoy, tanto a nivel individual, como a nivel de Comunidad Cristiana, la
Iglesia, reconocer “la fiebre” que nos tiene postrado en una falta de entusiasmo y
entrega. Nos quejamos de la descristianización y de que la Iglesia no es bien vista.
¿No estaremos como la suegra de Pedro, en cama y con fiebre? Jesús está ahí. Se
nos acerca con su presencia, en su palabra, en los sacramentos, en el hermano. El
es quien nos tiende las manos y nos puede levantar para, con ilusión y esperanza,
ponernos a servir trabajando en una Nueva Evangelización.
Joaquin Obando Carvajal