La exclusión excluida
Es ser humano lleva en sus genes la rivalidad, la exclusión, la competencia.
Los sistemas educativos, de diferente manera, pero todos apuntando a lo
mismo, encubren, fomentan y cultivan esta realidad. Engendran las élites,
forman sus líderes y generan sistemas que defenderán sus intereses a toda
costa y sin miedo a la sangre o a la muerte.
Jesús en el evangelio toma distancia de todo esto. Aún en contravía de
leyes, magistrados, tribunales. La primera lectura traza, sin
contemplaciones, los rigores de la ley sobre el comportamiento que deben
asumir quienes han sido contagiados de lepra. Tienen que “salir” de la
comunidad, no pueden exponer a los demás al riesgo del contagio. Se busca
ante todo la seguridad.
Jesús infringe este esquema tan repugnante. Saltan las alarmas, rompe el
cerco de la exclusión. Y se acerca al leproso. No teme el contagio. El primer
paso de la curación es la cercanía al paciente. Queremos buscar la solución
a nuestros problemas haciendo muros, definiendo fronteras, delimitando
espacios que terminan en propiedad privada. ¡Cuánta lepra llevamos
dentro! Jesús derriba todas estas cercas y nos aproxima al otro.
Pablo nos invita al seguimiento de Jesús imitando su ejemplo. Es decir,
discípulo y misionero que entiende su vocación como un servicio al
evangelio. Este evangelio abre las puertas sin discriminación a una nueva
humanidad donde leprosos, enfermos terminales, gangrenas de toda clase
no tienen que “salir” fuera, sino que se tiende la mesa, con derechos y
responsabilidades compartidas. Así, la exclusión queda excluida.
Cochabamba 12.01.12
jesús e. Oosorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com