¡Te cansaste de Mí!
Isaías nos alarma con un grito estentóreo: “Te has cansado de Mí”, dice
Dios. Es una constatación dura que hiere el alma. Olvidarse de Dios,
cansarse de su amor, de su perdón. Su presencia es maternal, de ternura
infinita, de misericordia hasta el extremo. Si Dios ha creado es porque tenía
la necesidad de compartir, de darse en su totalidad.
Los fariseos también en el evangelio expresan su “cansancio” de un Dios
que pueda perdonar. Se han encerrado en sí mismos, herméticamente han
sellado sus casas, su corazón. Nadie podrá romperles su techo para que
entre la novedad, han planificado la esperanza y cada vez que se les habla
de “novedad”, bostezan, se cansan, se aburren.
Los Corintios, así mismo, estaban cansados del discurso de Pablo. Lo
notaban ambiguo, repetitivo. Les parecía encontrar contradicciones. Y Pablo
retoma su convicción honda sobre Jesús y la expresa en una sola palabra:
Jesús es el “Sí” del Padre. El “Amén” que realiza todo el Proyecto de
salvación para con la humanidad.
Al ver la fe de aquellos cuatro caballeros que llevan en hombros a su colega
paralítico y que para llegar hasta Él, hicieron un boquete en el techo, Jesús
se admira y dice al enfermo: “Tus pecados te son perdonados”. Y quedó
sanado. La gente, al ver esto, fuera de sí exclama: “Nunca hemos visto cosa
igual”. Los sencillos saben caminar de la mano de Dios y alaban y bendicen
siempre sus maravillas. Otras gentes se cansan y dejan el camino.
Cochabamba 19.01.12.
jesús e. osorno g. mxy
Jesus.osornog@gmail.com