Ciclo B. V Domingo del Tiempo Ordinario
Julio Suescun, C.M.
Ella se puso a servirles
El evangelio presenta a Jesús como el gran profeta, del que habló Moisés y que
ahora llega a Galilea. Estamos en Cafarnaún, primer escenario de su labor
evangelizadora, donde Jesús enseña en la sinagoga. La reacción de los que le oyen
es de sorpresa y estupor. No todo se queda ahí. Cuando ven que la Palabra de
Jesús es eficaz, porque hace lo que dice, quieren aprovechar su presencia
bienhechora. Y cuando se puso el sol, porque era sábado y no se podía trabajar
durante el día, le llevaron todos los enfermos y poseídos. Tampoco esta fue la
única reacción. El evangelista ha reparado en una mujer, la suegra de Pedro,
postrada en cama por la fiebre, a la que Jesús ha curado tomándola de la mano
para que se levantara. Y ella se puso a servirles.
Algunos comentaristas subrayan el hecho de que Jesús se acercara al lecho de una
mujer y la tomara de la mano. También en esto Jesús es diferente a los maestros
de Israel. Ningún rabino hubiera hecho cosa igual. Pero lo importante es que la
mujer, puesta en pie con la ayuda de Jesús, se pone a servirles. Podríamos ver aquí
una primer adelanto del voluntariado cristiano, que desde el encuentro con Jesús se
pone al servicio del evangelio para levantar de su postración al necesitado.
Hoy las palabras servir, servicio siervo, no tienen buena prensa; parece que marcan
una distinción de clases entre siervos y señores; huelen a oficio de esclavos; no así
la palabra “trabajador” que goza de gran prestigio en nuestra sociedad. Por eso
nadie habla hoy de criados o criadas, sino de trabajadores, trabajadoras o
empleados y empleadas de hogar para designar un trabajo como el que prestó la
suegra de San Pedro. Ella, desde lo que se le pedía en aquel momento, se asoció a
la obra evangelizadora de Jesús. El evangelio dignifica el servicio y lo eleva hasta la
categoría de entrega voluntaria por amor. Es una entrega que brota espontánea
desde un corazón que ama y que no espera más recompensa que el bien de la
persona amada. Así ha sentido Pablo la necesidad de evangelizar (Lectura 2ª); se le
ha hecho una necesidad imperiosa por la que no aspira a recibir otra recompensa
que el servicio prestado. No puede dejar de evangelizar; cree que le faltaría algo
si no lo hiciera.
En la primera lectura, Job describe la vida del hombre como un servicio que pasa
veloz, sin que se vea otra salida para los males que le aquejan que la resignación y
la espera de que llegue cuanto antes el final. Desde el evangelio esta la resignación
y espera no son suficientes. Todos podemos hacer algo más que dejar pasar el
tiempo para remediar nuestros males y los del prójimo. Hasta en la situación más
necesitada, puede el cristiano tener una respuesta positiva: un acompañamiento,
una sonrisa, un gesto de gratitud…
Reconfortado con el servicio voluntario que le ha prestado la suegra de Simón-
Pedro, Jesús ha continuado su tarea, en una jornada agotadora. La gente se
agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a
muchos demonios. Un éxito tan clamoroso parece exigir la buena racha,
continuando la tarea en el mismo lugar, pero Jesús no busca triunfos fáciles, sino
cumplir la misión recibida del Padre. Al día siguiente, la gente le sigue buscando,
pero Él levantándose pronto, se retira a un lugar solitario para orar. Fortalecido con
la oración, prosigue su marcha misionera por las aldeas cercanas, porque también
allí lo esperan. Él ha sido enviado a evangelizar a todos..
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)