EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Lunes de la quinta semana del tiempo ordinario
Primer Libro de los Reyes 8,1-7.9-13.
Entonces Salomón reunió junto a él en Jerusalén, a los ancianos de Israel, a todos
los jefes de las tribus y a los príncipes de las casas paternas de los israelitas, para
subir el Arca de la Alianza del Señor desde la Ciudad de David, o sea, desde Sión.
Todos los hombres de Israel se reunieron junto al rey Salomón en el mes de Etaním
- el séptimo mes - durante la Fiesta.
Cuando llegaron todos los ancianos de Israel, los sacerdotes levantaron el Arca,
y subieron el Arca del Señor, con la Carpa del Encuentro y todos los objetos
sagrados que había en la Carpa. Los que trasladaron todo eso fueron los sacerdotes
y los levitas.
Mientras tanto, el rey Salomón y toda la comunidad de Israel reunida junto a él
delante del Arca, sacrificaban carneros y toros, en tal cantidad que no se los podía
contar ni calcular.
Los sacerdotes introdujeron el Arca de la Alianza en su sitio, en el lugar santísimo
de la Casa - el Santo de los santos - bajo las alas de los querubines.
Porque los querubines desplegaban sus alas sobre el sitio destinado al Arca, y
resguardaban por encima el Arca y sus andas.
En el Arca se encontraban únicamente las dos tablas de piedra que Moisés, en el
Horeb, había depositado allí: las tablas de la Alianza que el Señor había hecho con
los israelitas a su salida de Egipto.
Mientras los sacerdotes salían del Santo, la nube llenó la Casa del Señor,
de manera que los sacerdotes no pudieron continuar sus servicios a causa de la
nube, porque la gloria del Señor llenaba la Casa.
Entonces Salomón dijo: "El Señor ha decidido habitar en la nube oscura.
Sí, yo te he construido la Casa de tu señorío, un lugar donde habitarás para
siempre".
Salmo 132(131),6-7.8-10.
Sí, oímos hablar del Arca de Efratá,
y la encontramos en los campos de Jaar.
¡Entremos en su Morada,
postrémonos ante el estrado de sus pies!
¡Levántate, Señor,
entra en el lugar de tu Reposo,
tú y tu Arca poderosa!
Que tus sacerdotes se revistan de justicia
y tus fieles griten de alegría.
Por amor a David, tu servidor,
no rechaces a tu Ungido.
Evangelio según San Marcos 6,53-56.
Después de atravesar el lago, llegaron a Genesaret y atracaron allí.
Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús,
y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta
el lugar donde sabían que él estaba.
En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los
enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su
manto, y los que lo tocaban quedaban curados.
Comentario del Evangelio por
Santa Teresa de Jesús (1515-1582), carmelita descalza doctora de la
Iglesia
Camino de Perfección, cap. 34
"Todos los que le tocaban quedaron curados"
Cuando Jesús estuvo en este mundo, el simple contacto con sus vestiduras
curaba a los enfermos. ¿Por qué dudar, si tenemos fe, que todavía haga milagros
en nuestro favor cuando está tan íntimamente unido a nosotros en la comunión
eucarística? ¿Por qué no nos dará lo que le pedimos puesto que está en su propia
casa? Su Majestad no suele pagar mal la hospitalidad que le damos en nuestra
alma, si le es grata la acogida. ¿Sentís la tristeza de no contemplar a nuestro Señor
con los ojos del cuerpo? Dígase que no es lo que le conviene actualmente...
Pero tan pronto como nuestro Señor ve que un alma va a sacar provecho de
su presencia, se le descubre. No lo verá, cierto, con los ojos del cuerpo, sino que se
le manifestará con grandes sentimientos interiores o por muchos otros medios.
Quedáos pues con él de buena gana. No perdáis una ocasión tan favorable para
tratar vuestros intereses en la hora que sigue la comunión..
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”