No es lo de afuera lo que más daña.
2012-02-08
Evangelio
Del santo Evangelio según san Marcos 7, 14-23
En aquel tiempo, Jesús llam de nuevo a la gente y les dijo: “Escúchenme todos y
entiéndanme. Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que sí lo
mancha es lo que sale de dentro”.
Cuando entró en una casa para alejarse de la muchedumbre, los discípulos le
preguntaron qué quería decir aquella parábola. El les dijo: “ también son incapaces
de comprender? ¿No entienden que nada de lo que entra en el hombre desde
afuera puede contaminarlo, porque no entra en su corazón, sino en el vientre y
después, sale del cuerpo?” Con estas palabras declaraba limpios todos los
alimentos.
Luego agreg: “Lo que sí mancha al hombre es lo que sale de dentro; porque del
corazón del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los
homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las
envidias, la difamación, el orgullo y la frivolidad. Todas estas maldades salen de
dentro y manchan al hombre”. Palabra del Seor.
Oración introductoria
Señor, soy incapaz de comprender porque frecuentemente caigo en la tentación de
acomodarme en mi propio yo y sólo quiero entender lo que me gusta. Por eso hoy
me acerco a Ti en esta oración. Abre mi entendimiento y mi corazón para que sepa
ser tu discípulo y misionero.
Petición
Jesús, ayúdame a tener un corazón puro y abierto, a escuchar siempre tu Palabra.
Meditación
No es lo de afuera lo que más daña.
«Más allá de la cuestión inmediata relativa a los alimentos, podemos ver en la
reacción de los fariseos una tentación permanente del hombre: la de identificar el
origen del mal en una causa exterior. Muchas de las ideologías modernas tienen, si
nos fijamos bien, este presupuesto: dado que la injusticia viene “de fuera”, para
que reine la justicia es suficiente con eliminar las causas exteriores que impiden su
puesta en práctica. Esta manera de pensar ―advierte Jesús― es ingenua y miope.
La injusticia, fruto del mal, no tiene raíces exclusivamente externas; tiene su origen
en el corazón humano, donde se encuentra el germen de una misteriosa
convivencia con el mal. Lo reconoce amargamente el salmista: “Mira, en la culpa
nací, pecador me concibi mi madre”. Sí, el hombre es frágil a causa de un impulso
profundo, que lo mortifica en la capacidad de entrar en comunión con el prójimo.
Abierto por naturaleza al libre flujo del compartir, siente dentro de sí una extraña
fuerza de gravedad que lo lleva a replegarse en sí mismo, a imponerse por encima
de los demás y contra ellos: es el egoísmo, consecuencia de la culpa original»
(Benedicto XVI, 30 de octubre de 2009).
Reflexión apostólica
«El alma que saborea a Dios en la oración difícilmente caerá presa de la soberbia.
Por ello, para cultivar la humildad conviene contemplar con frecuencia a Dios en la
oración y meditar sobre sus atributos divinos: su perfección, su infinita grandeza,
su omnipotencia, etc.» (Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi , n.
180).
Propósito
Tratar a los demás con justicia, evitando el egoísmo y la flojera cuando se me pida
hacer algo.
Diálogo con Cristo
Quiero eliminar la tendencia a buscar la autojustificación, porque a Ti, Padre bueno,
no puedo engañarte, por eso te pido que me des mucha humildad para que no
busque engañarme a mí mismo, buscando en otros la culpa de mi propia debilidad.
¡Señor purifica mi corazón! Ayúdame a dejarme cautivar por la autenticidad que
brilló siempre en tu vida, superando con humildad la hipocresía, el disimulo, la
justificación.
«Si vienen sentimientos, que la voluntad obre con seguridad y recta intención;
obrar siempre por Cristo, nuestro ideal, sin darle importancia al aplauso atronador
pero mezquino de los hombres, ni para obrar el bien, ni para dejarlo de obrar»
( Cristo al centro, n. 1336).