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Día litúrgico: Viernes V del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Mc 7,31-37): En aquel tiempo, Jesús (…) vino de nuevo al
mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Le presentan un sordo que, además,
hablaba con dificultad, y le ruegan imponga la mano sobre él. Él, apartándole de la
gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua. Y,
levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: «Effatá», que quiere decir:
“¡Ábrete!”. Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y
hablaba correctamente (…).
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
En la acción sanadora de Jesús entra la oración
Hoy consideramos cómo en la acción sanadora de Jesús entra claramente la
oración, con su mirada hacia el cielo. La fuerza que curó al sordomudo fue
provocada ciertamente por la compasión hacia él, pero provino del hecho de que
Jesucristo recurre al Padre.
La decisión de llevar al enfermo a un lugar apartado hace que, en el momento de la
curación, Jesús y el sordomudo se encuentren solos, en la cercanía de una relación
singular. La intensidad de la atención de Jesús se manifiesta en que el Señor toca
los oídos y la lengua del enfermo, o sea, los sitios específicos de su enfermedad, y
usa sus propios dedos e, incluso, su propia saliva.
Pero el punto central de este episodio es el hecho de que Jesús, en el momento
de obrar la curación, busca directamente su relación con el Padre. La atención al
enfermo, los cuidados de Jesús hacia él, están relacionados con una profunda
actitud de oración dirigida a Dios.
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