Ciclo B. VI Domingo del Tiempo Ordinario B
Pedro Guillén Goñi, C.M.
Queridos amigos
La curación de un leproso es el título del evangelio de hoy (Mc 1, 40-45), en el que
Jesús se muestra acogedor, compasivo, audaz y todopoderoso, al curarlo. Y
cumplidor de la ley, cauto, comprensivo y humilde, al enviarlo a los suyos, una vez
sanado, en lo que se ha dado en llamar el secreto mesiánico: no le digas a nadie
que te he curado. Todos esos calificativos referidos a Jesús le caen de maravilla,
pero si le hubiésemos preguntado con cuál de todos ellos se quedaba, la respuesta
no se hubiera hecho esperar: compasivo, habría dicho. ¡Compasivo y
misericordioso! Es lo que Él fue y como quiso ser visto siempre. Me pregunto si
pasaría igual con nosotros. ¿Nos caracterizamos y distinguimos por ser hombres y
mujeres compasivos y misericordiosos? ¿Nos nace serlo? ¿Nos esforzamos por
serlo?
Decir que Jesús fue un hombre compasivo, supercompasivo, no es poco, pero
tampoco es todo. Habría que añadir que para Él la compasión es, debe ser, el alma
de todo. Hoy diríamos que vino a traernos la cultura de la compasión, empezando
por revisar nuestra idea de Dios y del prójimo. Dios ciertamente es infinito en todo
y posee en plenitud todos los atributos, pero, cara a nosotros, quiere ser reconocido
como amor. No sólo que Dios es amor (1 Jn, 4,16) y que tiene entrañas de
misericordia y compasión (Col 3,12), sino que siendo tan justo como
misericordioso, optó por tratarnos en esta vida sólo con misericordia y compasión,
y dejar la justicia para la otra (y/o para su Hijo en ésta) (Lc 15, 11-32). Por otra
parte, lo que Dios espera de nosotros es compasión más que ofrendas y sacrificios
(Mt 9,13; 12,7).
La cultura de la compasión nos pide revisar también nuestra visión y trato con el
prójimo, con el que hay que ser siempre compasivo, como nos lo pide en la
parábola del Buen Samaritano (Lc 10, 25, 37). Como dice el Señor, prójimo de
quien está en necesidad es el que es compasivo con él. Vete y haz tú lo mismo,
añade Jesús. Es sintomático que el único mandamiento que dio el Señor a sus
seguidores es que nos amemos unos a otros como Él nos amó. Y que, sin pedírselo,
nos recuerde que el amor al prójimo es un mandamiento semejante al primero (del
amor a Dios) y medida del mismo. Como si fuera poco, nos dijo que la Ley de Oro
de la vida espiritual y la moral es hacer al otro lo que tú quieres que te hagan a ti
(Lc 6, 31) y, añade, toda la Biblia (relación con Dios y entre nosotros) está cifrada
en esa breve frase,
Decididamente, compasión y compasivo, son palabras claves para entender la vida
de Jesús y su mensaje. Lo son también para comprender y vivir la Biblia, la Religión
y la Sociedad, pues sin compasión no tienen sentido. Para Jesús no hay otra
manera de ser hombre, de ser cristiano y de acercarse a Dios, que siendo
compasivo y misericordioso. Es lo que Él fue por encima de todo. Y es lo que quiere
que seamos nosotros. Y que, como Él, amemos de corazón a todos, nos sintamos a
gusto entre la gente, hagamos el bien sin mirar a quién y sepamos perdonar y
disculpar. Que seamos humanos.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)