«Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos».
Mc 7:31-37
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. LE TRAJERON UN HOMBRE SORDOMUDO
Este relato Evangélico solo lo trae Marcos. Cristo se retira de Tiro para ir a Galilea, que
donde probablemente se produce este singular milagro, singular porque es único.
Le trajeron un hombre sordo y también con un defecto para hablar, tal como dice el
Evangelio, sordo y mudo. Y le rogaban que, para curarle, en especial que le impusiera las
manos. Era gesto familiar a Cristo (Mc 6:5; 8:23.25). Igualmente era usado como gesto de
transmisión de poderes y autoridad con el que los rabinos comunicaban el magisterio oficial
a sus alumnos, lo mismo que signo de transmisión de bendiciones (Gen 48:14ss).
Posiblemente estos que traían al enfermo creían que fuese condición esencial para la
curación este gesto, pues era de uso tradicional (2 Re 5:11). Otro sentido se expone en Lc
13:13.
2. CON PALABRAS NO PODÍA HACERLO
Cristo se apartó con este sordomudo de la muchedumbre, probablemente le acompañaron,
como en otras ocasiones, algunos discípulos. Quería manifiestamente evitar con ello la
conmoción que iba a producirse, con las posibles consecuencias de sobreexcitación
mesiánica.
Ya aparte, mete sus dedos en los oídos de aquel sordo, como para indicar que iba a
abrirlos, y escupiendo, o poniendo saliva en sus dedos, le tocó la lengua, como para indicar
que quería facilitar otra vez la forma correcta del hablar a aquella persona. Estos gestos
podían hacer pensar a gentes paganas o judías en ciertos ritos mágicos. Los rabinos tenían
terminantemente prohibido a todos los que curaban heridas entremezclar con ello el susurro
de palabras, menos aún de versículos bíblicos, máxime si esto se hacía utilizando saliva, ya
que a ésta se le concedían ciertas virtudes curativas. La saliva era considerada en la
antigüedad como remedio medicinal. En Cristo, esto no era otra cosa que una especie de
parábola en acción, con la que indicaba lo que iba a realizar, y con lo que excitaba la fe de
aquel sordo, ya que con palabras no podía hacerlo porque no oía.
3. “MIRÓ AL CIELO”
Pero, antes de pronunciar su palabra curativa de autoridad, quiso acusar bien que no eran
ritos mágicos, sino obra del Padre; así es como en el Evangelio dice: y, mirando al cielo,
suspir y dijo: “Ephata,” que quiere decir ábrete”. En Efecto, Cristo “mir al cielo,” como
indicando la fuente de la curacin que iba a venir, y luego “gimi”, sin duda, como forma de
su oracin silenciosa al Padre (Rom 8:23.26). Y dio la orden de la curacin: “ábrete,” que
Mc conservó como un recuerdo gráfico y exacto de aquella escena en su forma aramaica, y
que luego la explica traduciéndola; “que quiere decir ábrete”.
Y el milagro se hizo. La frase con la que Marcos dice que se curó su mudez es la siguiente:
“y se abrieron sus oídos y se le solt la lengua, y hablaba expeditamente.” Talvez los hace
para señalar que la mudez de este hombre había sido producida por un defecto natural, ya
que no expresa como en otras ocasiones que sea producto de alguna posesión diabólica ni
a ningún espíritu extraño.
4. EL CUMPLÍA EL PLAN DEL PADRE..TENÍA QUE ESPERAR A SU
“HORA.”
Cristo insiste en que no lo dijesen a nadie; no en vano le había apartado de la turba.
Buscaba con ello evitar prematuros y desorbitados movimientos mesiánicos. Pero no
hicieron caso. Cristo, sabiendo que no se había de guardar secreto, ¿por qué prohíbe
divulgarlo? Para que viesen que El cumplía el plan del Padre y que no buscaba ni
precipitaba estos acontecimientos. Tenía que esperar a su “hora.”
La emoción mesiánica de la turba se desbordó. Y corrió por la comarca, evocándose este
mesianismo, al citar y aplicar Marcos a Cristo unas palabras que evocaban las que Isaías
dice del Mesías: cómo hará hablar a los mudos y abrirá los oídos de los sordos (Is 35:5.6).
Y que fue la respuesta que, para probar en cierta ocasión su mesianismo, Cristo mismo
alegó a los mensajeros del Bautista que venían a preguntarle si El era el Mesías (Mt 11:1-6;
Lc 7:18-23).
5. TODO LO HA HECHO BIEN
Finalmente el relato dice que: “y sobremanera se admiraban, diciendo: Todo lo ha hecho
bien: a los sordos hace oír y a los mudos hace hablar”. Es eso lo que nos corresponde
hacer a nosotros, hacer las cosas bien, y hacer el bien, es lo que espera el Señor de
nosotros, en especial que nos pongamos en la manos del Cristo, para no ser sordos y poder
oír la Palabra de Dios, para poder oír las enseñanzas del Evangelio, como del mismo modo
ponernos en las manos de Cristo y comprometernos a no enmudecer nuestros labios y
predicar sus enseanzas tal cual el nos lo ha pedido, “Vayan por todo el mundo, anuncien la
Buena Noticia a toda la creacin” (Mc 16)
6. TODO LO BUENO EN NOSOTROS VIENE DE DIOS
Pero es bueno hacer el bien en todo tipo de cosas, no solo en las más importantes, también
en las cosas simples y sencillas, en las cosas ordinarias de cada día, pero también hacerlas
con las modestia que lo hace Jesús, que tomo el enfermo y lo llevo a un lugar aparte,
porque si hacemos el bien es para agradar al Padre, conciente que todo lo bueno en
nosotros viene de Dios, ya que todo lo perfecto es del Señor, y sin su ayuda, nada podemos
hacer.
Dice el Seor: “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y Yo en él,
ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada.” (Jn 15,5)
El Señor les Bendiga