Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo B, Tiempo Ordinario,
Domingo de la Semana No. 6
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: El leproso tendrá su morada fuera del campamento *
Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo * La lepra se le quitó, y quedó limpio
Textos para este día:
Levítico 13,1-2.44-46:
El Señor dijo a Moisés y a Aarón: "Cuando alguno tenga una inflamación, una
erupción o una mancha en la piel, y se le produzca la lepra, será llevado ante
Aarón, el sacerdote, o cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un hombre
con lepra: es impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza. El que
haya sido declarado enfermo de lepra andará harapiento y despeinado, con la barba
tapada y gritando: "¡Impuro, impuro!" Mientras le dure la afección, seguirá impuro;
vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento."
1 Corintios 10,31-11,1:
Hermanos: Cuando comáis o bebáis o hagáis cualquier otra cosa, hacedlo todo para
gloria de Dios. No deis motivo de escándalo a los judíos, ni a los griegos, ni a la
Iglesia de Dios, como yo, por mi parte, procuro contentar en todo a todos, no
buscando mi propio bien, sino el de la mayoría, para que se salven. Seguid mi
ejemplo, como yo sigo el de Cristo.
Marcos 1,40-45:
En aquel tiempo, se acercó a Jesús un leproso, suplicándole de rodillas: "Si quieres,
puedes limpiarme." Sintiendo lástima, extendió la mano y lo tocó, diciendo:
"Quiero: queda limpio." La lepra se le quitó inmediatamente, y quedó limpio. Él lo
despidió, encargándole severamente: "No se lo digas a nadie; pero, para que
conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó
Moisés." Pero, cuando se fue, empezó a divulgar el hecho con grandes
ponderaciones, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún
pueblo; se quedaba fuera, en descampado; y aun así acudían a él de todas partes.
Homilía
Temas de las lecturas: El leproso tendrá su morada fuera del campamento *
Seguid mi ejemplo, como yo sigo el de Cristo * La lepra se le quitó, y quedó limpio
1. Una sociedad que trata de protegerse
1.1 Sin duda nos parecen exageradas y crueles las disposiciones sobre la lepra,
contenidas en la primera lectura de hoy. Tal vez no deberíamos ser tan duros en
nuestro juicio. La verdad es que toda sociedad humana ha tratado de protegerse
utilizando una variedad de recursos y uno que no ha faltado es el asilamiento de los
individuos considerados peligrosos, sea por razones de salud o de comportamiento.
1.2 El razonamiento que subyace a esta manera de obrar es: "si no puedes curarlo,
por lo menos evita que dañe a otros". Así planteado ya no se ve ni suena tan
extraño: las cárceles y las reclusiones para enfermos mentales nos parecen
"naturales" y están gobernadas por la misma idea, que ya completa milenios: "si no
puedes curarlo, aíslalo".
2. Poder del bien
2.1 Mas, ¿qué sucede en caso de que sí sea posible la curación? Todos
consideramos algunos males como transitorios y otros como leves, pero hay cosas
que creemos irreparables o de muy difícil tratamiento. Para estos trastornos
nuestra reacción natural es de defensa y la expectativa de que algo vaya a cambiar
es nula o casi nula.
2.2 Jesús viene a cambiar esa manera nuestra de medir los males y de calificar su
poder. Es lo que nos muestra el evangelio de hoy. La ley decía lo que había que
hacer ante un mal incurable pero no decía qué hacer ante un mal derrotado, una
enfermedad vencida, una dolencia derrotada por el poder del bien. Y "poder del
bien" es la vida entera de Jesucristo.
2.3 Jesús, pues, no desobedece la Ley sino que va más allá de ella. La prueba de su
respeto por la Ley es que ordena al leproso curado que se presente al sacerdote,
como precisamente lo prescribía esta Ley. La actitud de Jesús invalida la Ley no por
rebeldía sino porque, al crear un nuevo estado de cosas en que un bien mayor se
hace presente, deja sin sentido la disposición que defendía el bien menor, que era
la simple defensa de lo bueno.
3. Una nueva ley
3.1 Cristo se sitúa y nos sitúa en un evento, la victoria del bien, que no estaba
contemplado por la ley antigua, pues ella, lo mismo que nuestras leyes, se guiaba
por lo que en cada caso parece ser el desarrollo más frecuente de los hechos.
3.2 La ley es en cierto modo la canonización de lo que existe, no una apuesta por lo
que podría existir. La fe, en cambio, tiene alas. Ve el cielo por encima de los muros;
crea lenguajes donde ya no quedaban palabras; hace brotar agua de una roca y
construye un canto arañando el silencio.
3.3 Una realidad tan nueva, la del el mundo de la fe, no es cosa que se limite a una
curación, por espectacular que sea. Jesús quiere que aquel hombre vaya más allá
de su propia curación. En realidad lo invita a que penetre la superficie del milagro
para encontrar las aguas nuevas de un mundo nuevo, el mundo de la fe sincera y
de la gracia abundante.
3.4 Y Jesús sigue haciendo su invitación. Quiere que aprendamos las leyes nuevas
de una existencia vivida en plena confianza y en total obediencia al plan de Dios. Él
va delante de nosotros y de su mano y en sus ojos está la escuela de esta nueva
manera de ser, amar, servir y... triunfar.