Comentario al evangelio del Jueves 23 de Febrero del 2012
Hola, amigos y amigas:
El texto evangélico de hoy nos sumerge de lleno en el corazón de la cuaresma como preparación para
la pascua. Jesús anuncia a sus discípulos el inminente desenlace de su vida, les dice que sufrirá mucho,
que será rechazado, que lo matarán y que resucitará al tercer día. Es impresionante imaginarse lo que
estas palabras pudieron provocar en el corazón de los discípulos, pero, en realidad, Jesús nos les dice
nada nuevo, todo esto es la consecuencia lógica del estilo de vida que ya llevaba desde que lo
conocieron. Jesús podría haber elegido un camino mesiánico más glorioso y menos sacrificado, pero es
alguien que tiene muy claras sus opciones fundamentales y quiere que sus discípulos también las
tengan así de claras. Él no ha venido al mundo a pasarla bien, sino a cumplir la misión que su Padre le
ha encargado, sabe que el sufrimiento, el rechazo y la condena a muerte son parte de la vida cuando no
uno no se acomoda a los criterios de este mundo y busca vivir la novedad del Reino.
La vida del discípulo de Jesús no puede ser diferente a la del Maestro: “el que quiera venir detrás de mí
debe renunciar a sí mismo, cargar su cruz de cada día y seguirme”. La primera tarea del discípulo de
Jesús es descentrarse de sí mismo. Esto no es fácil, mucho más cuando la sociedad en la que vivimos
nos encamina a vivir centrados en nosotros mismos, en nuestros intereses y en nuestro bienestar por
encima de todo. Es verdad, que el discípulo de Jesús no es un masoquista que busca el sufrimiento y
que quiere pasarla mal para fastidiar la vida del resto. El discípulo de Jesús es alguien que hace suyo el
centro existencial de su Señor: el amor del Padre y la seducción de su Reino. Sólo desde esta fuerza
amorosa uno es capaz de ir contra la corriente cultural y plantar cara a la seducción de una vida
cómoda e individualista. A esto nos invita este tiempo de cuaresma, de conversión.
La pregunta ¿de qué le vale al hombre ganar el mundo entero, si al final se pierde a sí mismo? ha sido
el detonante que ha despertado a muchos cristianos a lo largo de la historia; son muchos los que se han
convertido a partir de la lectura o la escucha de este texto. Dejemos que la fuerza de la Palabra nos
impacte, que nos vuelva a despertar, que nos haga caer en la cuenta de cuál es nuestro centro vital y
nos haga superar el miedo que tenemos al sufrimiento y al rechazo. ¿Qué quieres ganar o perder en este
tiempo de cuaresma?
Un saludo fraterno
Carlos Sánchez Miranda, cmf.
Carlos Sánchez Miranda, cmf.