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VI Domingo del Tiempo Ordinario (Año Par)
Viernes
(Mc 8. 34-9,1)
El que pierda su vida por mí y por el Evangelio,
la salvará. La invitación que hace Jesús en el pasaje evangélico de hoy: “Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá;
pero quien pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará” (Mc 8, 34),
nos interpela de un modo concreto, personal y urgente, a ejemplo de la Virgen
María y de los santos y santas de todos los tiempos.
Jesús llama a seguirle personalmente. Podemos decir que esta llamada está en
el
centro mismo del Evangelio. Por una parte Jesús lanza esta llamada; por otra
oímos hablar a los Evangelistas de hombres que lo siguen, y aún más, de
algunos
de ellos que lo dejan todo para seguirlo.
Jesús nunca se deja ganar en generosidad: el que
deja lo deja todo para seguir a Jesús y su Evangelio, será grandemente
recompensado: “El céntuplo ahora en este tiempo en casas, hermanos,
hermanas,
madre e hijos y campos, con persecuciones, y la vida eterna en el siglo
venidero” (Mc 10, 29-30).
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Las formas concretas de seguir a Cristo están graduadas por Él mismo según
las
condiciones, las posibilidades, las misiones, los carismas de las personas y de
los grupos. Las palabras de Jesús, como Él dice, son “espíritu y vida” (cf. Jn
6, 63), y no podemos pretender concretarlas de forma idéntica para todos.
Pero, en medio de nuestra propi vocación, todos somos llamados a la fe y al
amor
cristiano, porque es universal y obligatorios: fe en la Palabra de Jesús, amor
a Dios sobre todas las cosas y también al prójimo como a nosotros mismos,
porque “el que no ama a su hermano a quien ve, no es posible que ame a Dios
a
quien no ve” (1 Jn 4, 20).
Por consiguiente Jesús nos llama a todos a la renuncia: nos pide que quien
quiera
seguirlo, ha de cargar con la cruz y ha de perder la vida por Él y el Evangelio
(Cfr. Mc 8, 34-35). ¡Y esto después de haber hablado de su próxima
pasión y muerte! (cf. Mc 8, 31-32).
Que la Virgen, Madre de Dios y de la Iglesia, nos acompañe, para que toda
nuestra
vida sea un camino de auténtica conversión, de fiel seguimiento de Jesús.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)