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VI Domingo del Tiempo Ordinario (Año Par)
Sábado
(Mc 9, 2-13)
Se transfiguró en presencia de ellos. Hoy la liturgia nos propone la narración
evangélica de la transfiguración de
Cristo. Antes de afrontar la pasión y la cruz, Jesús subió “a un monte alto” (Mt
17, 1), identificado por lo general con el Tabor, juntamente con los apóstoles
Pedro, Santiago y Juan. Delante de ellos “se transfiguró”: su rostro y
toda su persona resplandecieron de luz.
En el Tabor comprendemos mejor que el camino de la cruz y el de la gloria son
inseparables. Acogiendo plenamente el designio del
Padre, en el que estaba escrito que debía sufrir para entrar en su gloria (cf. Lc
24, 26), Cristo experimenta de forma anticipada la luz de la resurrección.
De igual modo nosotros, al llevar cada día la cruz con fe rebosante de amor,
no
sólo experimentamos su peso y su dureza, sino también su fuerza de
renovación y
de consolación. Con Jesús, recibimos esta luz interior especialmente en la
oración.
Cuando el corazón ha sido „conquistado‟ por Cristo, la vida cambia. Las
opciones más
generosas y, sobre todo, perseverantes son fruto de una profunda y
prolongada
unión con Dios en el silencio orante.
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A la Virgen del silencio, que supo conservar la luz de la fe incluso en las horas
más oscuras, pidámosle la gracia de ser personas orantes y adorantes de
Jesús.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)