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Día litúrgico: Miércoles VI del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Mc 8,22-26): En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos
llegan a Betsaida. Le presentan un ciego (…). Habiéndole puesto saliva en los ojos,
le impuso las manos y le preguntaba: «¿Ves algo?». Él, alzando la vista, dijo: «Veo
a los hombres, pues los veo como árboles, pero que andan». Después, le volvió a
poner las manos en los ojos y comenzó a ver perfectamente y quedó curado, de
suerte que veía claramente todas las cosas (…).
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
Curación del ciego de Betsaida: símbolo del camino de nuestra fe
Hoy, ya de camino hacia Jerusalén, Jesucristo realiza un signo de gran significado
simbólico: esa recuperación progresiva de la vista representaría el proceso
recorrido por Pedro y los demás —¡también nosotros!— de curación de nuestra
ceguera hasta llegar a la confesión completa de Jesús como "Hijo de Dios".
Tras la gran época de la predicación en Galilea, éste es un momento decisivo de
Jesús: tanto el encaminarse hacia la cruz como la invitación a seguirle tomando "su
cruz", distinguen netamente a los discípulos de la gente que sólo le escucha y que
no le sigue. Esto hace claramente de los discípulos el núcleo inicial de la nueva
familia de Jesús: la futura Iglesia.
—Una característica de esta comunidad es que estamos "en camino" con Jesús. Y
otra característica es que nuestra decisión de acompañar al Señor se basa en un
ver "claramente todas las cosas", en un "conocer" a Jesús, Hijo de Dios, que al
mismo tiempo nos obsequia con un nuevo y más profundo conocimiento del Dios
único.
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