EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Séptimo Domingo del tiempo ordinario B
Libro de Isaías 43,18-19.21-22.24b-25.
No se acuerden de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas;
yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta? Sí, pondré
un camino en el desierto y ríos en la estepa.
el Pueblo que yo me formé para que pregonara mi alabanza.
Pero tú no me has invocado, Jacob, porque te cansaste de mí, Israel.
Tú no compraste para mí caña aromática ni me saciaste con la grasa de tus
víctimas. ¡Me has abrumado, en cambio, con tus pecados, me has cansado con tus
iniquidades!
Pero soy yo, sólo yo, el que borro tus crímenes por consideración a mí, y ya no me
acordaré de tus pecados.
Salmo 41(40),2-3.4-5.13-14.
Feliz el que se ocupa del débil y del pobre:
el Señor lo librará en el momento del peligro.
El Señor lo protegerá y le dará larga vida,
lo hará dichoso en la tierra y no lo entregará a la avidez de sus enemigos.
El Señor lo sostendrá en su lecho de dolor
y le devolverá la salud.
Yo dije: "Ten piedad de mí, Señor,
sáname, porque pequé contra ti".
Tú me sostuviste a causa de mi integridad,
y me mantienes para siempre en tu presencia.
¡Bendito sea el Señor, el Dios de Israel,
desde siempre y para siempre! ¡Amén! ¡Amén!
Carta II de San Pablo a los Corintios 1,18-22.
Les aseguro, por la fidelidad de Dios, que nuestro lenguaje con ustedes no es hoy
"sí", y mañana "no".
Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, el que nosotros hemos anunciado entre ustedes -
tanto Silvano y Timoteo, como yo mismo- no fue "sí" y "no", sino solamente "sí".
En efecto, todas las promesas de Dios encuentran su "sí" en Jesús, de manera que
por él decimos "Amén" a Dios, para gloria suya.
Y es Dios el que nos reconforta en Cristo, a nosotros y a ustedes; el que nos ha
ungido,
el que también nos ha marcado con su sello y ha puesto en nuestros corazones las
primicias del Espíritu.
Evangelio según San Marcos 2,1-12:
«Sólo Dios, puede perdonar los pecados» Comentario del Evangelio por: San Pedro
Crisólogo (v. 406-450), obispo de Rávena, doctor de la Iglesia Sermón 50; PL 52,
339
Unos días después, Jesús volvió a Cafarnaún y se difundió la noticia de que estaba
en la casa.
Se reunió tanta gente, que no había más lugar ni siquiera delante de la puerta, y él
les anunciaba la Palabra.
Le trajeron entonces a un paralítico, llevándolo entre cuatro hombres.
Y como no podían acercarlo a él, a causa de la multitud, levantaron el techo sobre
el lugar donde Jesús estaba, y haciendo un agujero descolgaron la camilla con el
paralítico.
Al ver la fe de esos hombres, Jesús dijo al paralítico: "Hijo, tus pecados te son
perdonados".
Unos escribas que estaban sentados allí pensaban en su interior:
"¿Qué está diciendo este hombre? ¡Está blasfemando! ¿Quién puede perdonar los
pecados, sino sólo Dios?"
Jesús, advirtiendo en seguida que pensaban así, les dijo: "¿Qué están pensando?
¿Qué es más fácil, decir al paralítico: 'Tus pecados te son perdonados', o
'Levántate, toma tu camilla y camina'?
Para que ustedes sepan que el Hijo del hombre tiene sobre la tierra el poder de
perdonar los pecados
-dijo al paralítico- yo te lo mando, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa".
El se levantó en seguida, tomó su camilla y salió a la vista de todos. La gente
quedó asombrada y glorificaba a Dios, diciendo: "Nunca hemos visto nada igual".
Comentario del Evangelio por
San Pedro Crisólogo (v. 406-450), obispo de Rávena, doctor de la Iglesia
Sermón 50; PL 52, 339
«Sólo Dios, puede perdonar los pecados»
"Hijo mío, tus pecados te son perdonados".Por estas palabras, Cristo quiso ser
reconocido como Dios mientras todavía se escondía a los ojos humanos bajo el
aspecto de un hombre. A causa de las manifestaciones de su poder y sus milagros,
se le comparaba con los profetas; y sin embargo era gracias a él y gracias a su
poder, que ellos también habían hecho milagros. Conceder el perdón de los pecados
no está en poder del hombre; es la marca propia de Dios. Así es como Jesús
comenzaba a descubrir su divinidad en el corazón de los hombres - y esto provoca
la rabia en los fariseos que replican: "¡Blasfema! ¿Quién puede borrar los pecados,
si no sólo Dios?"
¡Tú, fariseo, crees que sabes y eres sólo un ignorante! ¡Crees que celebras a
tu Dios y no lo reconoces! ¡Crees que das testimonio, y das golpes! ¿Si es Dios
quien absuelve los pecados, por qué no admites la divinidad de Cristo? Si pudo
conceder el perdón de un solo pecado, es pues él quien borra los pecados del
mundo entero: "Este es el cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo" (Jn
1,29). Para que puedas comprender su divinidad, escúchalo – ya que él penetró el
fondo de tu ser. Míralo: él alcanzó la profundidad de tus pensamientos. Acepta, al
que desnuda las intenciones secretas de tu corazón.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”