EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Lunes de la séptima semana del tiempo ordinario
Epístola de Santiago 3,13-18.
El que se tenga por sabio y prudente, demuestre con su buena conducta que sus
actos tienen la sencillez propia de la sabiduría.
Pero si ustedes están dominados por la rivalidad y por el espíritu de discordia, no se
vanagloríen ni falten a la verdad.
Semejante sabiduría no desciende de lo alto sino que es terrena, sensual y
demoníaca.
Porque donde hay rivalidad y discordia, hay también desorden y toda clase de
maldad.
En cambio, la sabiduría que viene de lo alto es, ante todo, pura; y además, pacífica,
benévola y conciliadora; está llena de misericordia y dispuesta a hacer el bien; es
imparcial y sincera.
Un fruto de justicia se siembra pacíficamente para los que trabajan por la paz.
Salmo 19(18),8.9.10.15.
La ley del Señor es perfecta,
reconforta el alma;
el testimonio del Señor es verdadero,
da sabiduría al simple.
Los preceptos del Señor son rectos,
alegran el corazón;
los mandamientos del Señor son claros,
iluminan los ojos.
La palabra del Señor es pura,
permanece para siempre;
los juicios del Señor son la verdad,
enteramente justos.
¡Ojalá sean de tu agrado
las palabras de mi boca,
y lleguen hasta ti mis pensamientos,
Señor, mi Roca y mi redentor!
Evangelio según San Marcos 9,14-29.
Cuando volvieron a donde estaban los otros discípulos, los encontraron en medio de
una gran multitud, discutiendo con algunos escribas.
En cuanto la multitud distinguió a Jesús, quedó asombrada y corrieron a saludarlo.
El les preguntó: "¿Sobre qué estaban discutiendo?".
Uno de ellos le dijo: "Maestro, te he traído a mi hijo, que está poseído de un
espíritu mudo.
Cuando se apodera de él, lo tira al suelo y le hace echar espuma por la boca;
entonces le crujen sus dientes y se queda rígido. Le pedí a tus discípulos que lo
expulsaran pero no pudieron".
"Generación incrédula, respondió Jesús, ¿hasta cuando estaré con ustedes? ¿Hasta
cuando tendré que soportarlos? Tráiganmelo".
Y ellos se lo trajeron. En cuanto vio a Jesús, el espíritu sacudió violentamente al
niño, que cayó al suelo y se revolcaba, echando espuma por la boca.
Jesús le preguntó al padre: "¿Cuánto tiempo hace que está así?". "Desde la
infancia, le respondió,
y a menudo lo hace caer en el fuego o en el agua para matarlo. Si puedes hacer
algo, ten piedad de nosotros y ayúdanos".
"¡Si puedes...!", respondió Jesús. "Todo es posible para el que cree".
Inmediatamente el padre del niño exclamó: "Creo, ayúdame porque tengo poca fe".
Al ver que llegaba más gente, Jesús increpó al espíritu impuro, diciéndole: "Espíritu
mudo y sordo, yo te lo ordeno, sal de él y no vuelvas más".
El demonio gritó, sacudió violentamente al niño y salió de él, dejándolo como
muerto, tanto que muchos decían: "Está muerto".
Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo levantó, y el niño se puso de pie.
Cuando entró en la casa y quedaron solos, los discípulos le preguntaron: "¿Por qué
nosotros no pudimos expulsarlo?".
El les respondió: "Esta clase de demonios se expulsa sólo con la oración".
Comentario del Evangelio por
Catecismo de la Iglesia Católica
§ 160-163
«Creo, pero aumenta mi fe»
Características de la fe. En efecto, el acto de fe es voluntario por su propia
naturaleza. «Ciertamente, Dios llama a los hombres a servirle en espíritu y en
verdad. Por ello, quedan vinculados en conciencia, pero no coaccionados [...] Esto
se hizo patente, sobre todo, en Cristo Jesús» (Concilio Vaticano II, 11). En efecto,
Cristo invitó a la fe y a la conversión, Él no forzó jamás a nadie...
La necesidad de la fe. Creer en Cristo Jesús y en Aquel que lo envió para
salvarnos es necesario para obtener esa salvación (cf. Mc 16,16; Jn 3,36; 6,40
e.a.)...
La perseverancia en la fe. La fe es un don gratuito que Dios hace al hombre.
Este don inestimable podemos perderlo; san Pablo advierte de ello a Timoteo:
«Combate el buen combate, conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por
haberla rechazado, naufragaron en la fe» (1 Tm 1,18-19). Para vivir, crecer y
perseverar hasta el fin en la fe debemos alimentarla con la Palabra de Dios;
debemos pedir al Señor que nos la aumente (cf. Mc 9,24; Lc 17,5; 22,32); debe
«actuar por la caridad» (Ga 5,6; cf. St 2,14-26), ser sostenida por la esperanza (cf.
Rm 15,13) y estar enraizada en la fe de la Iglesia.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”