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Día litúrgico: Domingo VII (B) del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Mc 2,1-12): Entró de nuevo Jesús en Cafarnaúm (). Y le
vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro (). Dice al paralítico: Hijo, tus
pecados te son perdonados». Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban
en sus corazones: () ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?.
Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su
interior, les dice: «¿Por qué pensáis así en vuestros corazones? (). Para que
sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados, dice al
paralítico: ‘A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa’. Se levantó y,
al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos ().
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
La humanidad paralizada sólo puede caminar si sana en el corazón
Hoy, Jesús muestra que quiere sanar, ante todo, el espíritu. El paralítico es imagen
de todo ser humano al que el pecado impide moverse libremente, caminar por la
senda del bien. El mal, anidando en el alma, ata al hombre con los lazos de la
mentira, la ira, la envidia, y poco a poco lo paraliza. Por eso, Jesús, primero,
perdona los pecados del paralítico; y, después, lo sana completamente.
El hombre, paralizado por el pecado, necesita la misericordia de Dios, que Cristo
vino a darle, para que, sanado el corazón, toda su existencia pueda renovarse.
También hoy la humanidad lleva en sí los signos del pecado, que le impide
progresar con agilidad en los valores de fraternidad, justicia y paz, a pesar de sus
propósitos hechos en solemnes declaraciones. ¿Por qué?
—Sólo el amor de Dios puede renovar el corazón del hombre, y la humanidad
paralizada sólo puede levantarse y caminar si sana en el corazón. El amor de Dios
es la verdadera fuerza que renueva al mundo.
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