Queridos hermanos y hermanas:
Es una vinculación muy acertada: perdón y sanación.
Porqué lo que pasa cuando Jesús nos perdona los
pecados es que nos sana.
Contemplamos hoy un diálogo poético y muy teológico
entre la primera lectura y el evangelio.
Dice la primera lectura:”No recordéis lo de antaño, no
penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya
está brotando, ¿no lo notáis?”.
¿ Tiene sentido hablar de pecado en el siglo XXI ? ¿ No
será una cosa del pasado? ¿Nos hace bien hablar del
pecado o nos puede hacer mal ?
Y el evangelio responde: “Viendo Jesús la fe que
tenían, le dijo al paralítico: -Hijo, tus pecados quedan
perdonados”. Esta es la cosa nueva (los pecados son
perdonados) de la que habla la primera lectura. Por
esto acaba diciendo la primera lectura: “Yo era quien
por mi cuenta borraba tus crímenes y no me acordaba
de tus pecados”.
Nosotros hablamos de pecado porqué nos damos
cuenta del drama de la existencia humana. El pecado
responde a una visión realista de la persona humana.
Miremos el mundo, mirémonos a nosotros,
incuestionable; el pecado existe. Detectamos en
nuestra persona una realidad que nos rasga el corazón.
Hemos de ser sinceros de una vez por siempre: no
reconocer el pecado es edificar nuestra vida en unos
fundamentos ilusorios. Al lado de este reconocimiento,
también encontramos el deseo profundo de rehacer
nuestra vida, de empezar de nuevo nuestras relaciones,
de poner cura a nuestras heridas, hasta a las más
hondas.
Ciertamente, fue una gran novedad: ahora hace 2000
años entre nosotros Jesús perdonó los pecados. El
pecado nos agobia, nos provoca tristeza e inquietud. El
pecado tiene consecuencias espirituales, psicológicas, y
hasta físicas...
Y el perdón de Jesús nos cura de todo esto. En la
escena del evangelio hoy han quedado vinculados el
perdón de los pecados con la sanación.
Hay tres maneras de recibir el perdón/sanación de
Jesús.
• Pedir y recibir el perdón en nuestra oración
personal. Al final del día, cuando repasemos lo que
hemos hecho, y nos examinemos en el amor,
descubrimos que hemos faltado a la caridad en ciertos
casos y pedimos a Dios su perdón.
Un camino claramente instituido por Jesucristo donde
la acción sanadora de Jesús es más intensa, donde
sabemos con certeza absoluta que Dios nos ha
perdonado, y el único camino donde recibimos el perdón
de los pecados graves.
• En el acto penitencial de la misa, también pedimos y
recibimos el perdón por nuestros pecados. Como que
siempre empezamos igual la misa, quizá ya no
prestamos demasiada atención, pero es un momento
que nos pide una actitud interior de pedir el perdón
por los pecados y esperar recibir este perdón. Y la
oración que hago al acabar este momento: “Que Dios
Todopoderoso se apiade de nosotros, nos perdone los
pecados y nos lleve a la vida eterna”, ¡es una oración de
absolución de los pecados! Lo dice el misal, no es un
invento mío... En letra pequeña y roja pone el misal: “El
sacerdote da la absolución diciendo...”.
En la película La Pasión, de Mel Gibson, hay una escena
impresionante: Jesús carga con la cruz, cae y su madre
le sale al encuentro y dice Jesús: “Ves madre, yo hago
nuevas todas las cosas”. No es una frase de los
evangelios, pero sí que sale en el Apocalipsis.
El perdón/sanación lo hace todo nuevo. Estamos tan
acostumbrados, desde niños, a la idea del perdón de los
pecados, que no sentimos admiración alguna. En cambio,
la realidad es absolutamente maravillosa. El
perdón/sanación lo hace todo nuevo.
Jesús actúa por la fe de los que lo llevan, y suponemos
por la fe del paralítico,… Jesús para sanarnos también
necesita nuestra fe… La sanación de Jesús depende de
nuestra fe.
Por tanto, es un momento para vivirlo desde el
interior con arrepentimiento, y con mucho deseo de
recibir el perdón de Jesús, quedamos absueltos de
nuestras culpas... Un perdón que sana...
• Y el tercer camino para recibir el perdón de Jesús
ya lo sabéis todos: el sacramento de la reconciliación.
Pongamos que dos personas se confiesan del mismo
pecado: los dos son perdonados, pero no reciben lo
mismo, la sanación será diferente en cada caso: según
su fe, su esperanza, su arrepentimiento, etc...