Ciclo B. VII Domingo del Tiempo Ordinario B
Julio César Villalobos, C.M.
Sabe, Dios, que necesitamos de Él
¿Sabes Jesús? Desde la Cruz, todavía nos sigues mirando con cariño a pesar de que
te demos la espalda. ¿Sabes Jesús? Estás viniendo constantemente a nosotros
como un Dios Todopoderoso y sin embargo dudamos de ti, de tu actuar en medio
de la Iglesia y del mundo. Deseas renovar a nuestra Iglesia, y al mundo entero y a
veces no te hacemos caso. No podemos hacer nada sin ti, Jesús, no podemos
caminar fuera o al margen de ti y de tu gracia misericordiosa.
¿Sabes que Dios está tocando las campanas de nuestros oídos sordos?: “No se
acuerden de las cosas pasadas…miren, voy a realizar algo nuevo; ya está brotando,
¿no lo notan?” (Is.43,18-19.21-22.24-25). ¿Qué tipo de creyente es aquella
persona que no escucha la voz de Dios? ¿Sabes que Dios puede destruir los
corazones incrédulos e indiferentes y hacerlos nuevos? Nos encanta acordarnos de
aquello que es tinieblas y no luz, nos gusta muchas veces escuchar cosas malas y
nunca cosas buenas, algunos medios de comunicación “nos ofrecen” siempre lo
malo y lo aceptamos con “un Amén solapado”.
Pero qué grande es Dios, que todavía, a pesar de que sigue llorando en la cruz,
dice: “Soy yo, y sólo yo quien borraba tus crímenes y no me acordaba de tus
pecados”.
Parece que Dios todavía ve que nuestros oídos necesitan otro “remezón” para
escuchar bien: “…en él todas las promesas se han cumplido. Y por él podemos
responder: Amén” (2Cor.1,18-22). Necesitamos una vez más escuchar a Dios que
nos sigue hablando para poder convertirnos de corazón.
¿Creemos realmente que Dios sigue vivo en medio de nosotros?, ¿creemos
ciegamente que Dios puede seguir bendiciendo y transformando nuestra Iglesia y el
mundo entero?
La escena que nos pone Marcos en su evangelio, es también interesante. Vemos en
este evangelio de hoy (Mc.2,1-12) el encuentro que tiene el paralítico con Jesús, en
medio de la prédica que Jesús hace a la multitud. Podemos, una vez más mirar
algunos detalles que nos pueden servir para la meditación. Jesús dando una
palabra de aliento: “Acudieron tantos…él les anunciaba la palabra”. ¿Soy un aliento
de esperanza para otros? La ofrenda a Jesús con una intención: “Le llevaron entre
cuatro un paralítico”. ¿Qué le quiero presentar hoy a Jesús?, en todo caso ¿qué
parálisis le quiero presentar a Jesús para que me cure? La fe en medio de las
tinieblas: “Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico: hijo, tus pecados
quedan perdonados. Unos escribas pensaban: ¿por qué este blasfema así?”
¿Sigues, como creyente, cuestionando a Dios? El poder de Dios sobre todo y sobre
todos: “Pues, para que vean que el Hijo del hombre tiene poder en la tierra…le dijo
al paralítico: Contigo hablo, levántate, coge tu camilla y vete a tu casa”. Él quiere
levantarte de donde estás, pero una vez más apela a nuestra fe. La carta a los
hebreos define la fe: “La fe es aferrarse a lo que se espera y certeza de cosas que
no se pueden ver” (Hb.11,1). La admiración por Jesús: “Se quedaron admirados y
daban gloria a Dios diciendo: nunca hemos visto una cosa igual”. ¿Jesús es
importante en nuestra vida?
Sabe, Dios, que necesitamos de Él.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)