Miercoles de Ceniza
Padre Pedrojosé Ynaraja
Me temo, mis queridos jóvenes lectores, que si en un examen os propusieran que
definierais y comparaseis la Cuaresma y el Ramadán, nuestro santo tiempo,
quedaría bastante mal parado. Y no olvidéis que es uno de los más antiguos
“inventos” cristianos. Palmo más, palmo menos, es tan vetusto como la Pascua. Sé
que exagero, pero no quiero corregirme, porque para entender el significado del
periodo que antecede a la Gran Fiesta, es preciso conocerla con todo su esplendor.
Otro ejemplo de supina ignorancia. Preguntad, preguntaos, mis queridos jóvenes
lectores, de que sabéis mas, en que participáis con más ahínco, cual tiene más
atractivo para vosotros, el Carnaval o el Triduo Sacro. Y el primero pierde el
sentido, si no se conoce qué es el segundo. Que la gente no se pregunta porque
hace tantas payasadas, no os extrañe, es una de las pruebas del ínfimo peldaño
espiritual donde está situado nuestra cultura
En llegando el buen tiempo, cuando el aligerarse de ropa descubre defectos
corporales, hay quienes se afanan a someterse a regímenes alimenticios, o a
ejercicios corporales, para conseguir un cuerpo esbelto.
Ante el asombroso testimonio de Cristo en su Pasión y la triunfante resurrección de
Jesús, debemos sacar lo mejor de nuestro atuendo, adiestrarnos para los mejores
ejercicios que nos conduzcan al triunfo, desprendernos de la falsedad de tantos
procederes a los que no damos importancia, porque los que nos rodean, los
amigos, los compañeros, los poderosos y los políticos, los consideramos peores que
nosotros.
Cuando navegando por Internet topo con una web o un blog, me intereso siempre
por el apartado que uno acostumbra a encontrar en el inicio y que suele titularse,
quienes somos o quien es el autor. ¡qué parrafadas de autobombo escriben ellos
sobre sí mismos con frecuencia! A los viejos edificios generalmente se les han
pegado muchos adornos, arrancarlos periódicamente es una exigencia. Pierden
suciedad y se descubre lo fundamental de la construcción, es la manera de ver
como es nuestro ser, que salud espiritual conserva.
El santo tiempo de cuaresma es un periodo de desintoxicación, de mejorar, de
crecer. Os podéis preguntar de donde viene la cifra de cuarenta. Cada cultura, cada
periodo de tiempo, mide las cosas por un sistema propio. Seguramente que nuestra
manera de contar deriva de la primitiva manera de hacerlo, con los dedos de las
dos manos, de aquí que la base sea decimal. Este es el sentido de cantidad, pero
no el único significad de las cifras. Otro es el simbólico, que le añade relieve. La
antigua civilización del Medio Oriente, había escogido algunas que, sin adentrarnos
en la Cábala, podemos desentrañar. Pero como no quiero hoy alargarme, no os
describiré el simbolismo del uno, tres, siete, etc. Me limito a deciros que el numero
40 representa no únicamente 39+1, significa también cambio de un periodo a otro.
Cuando uno cambia de domicilio, de estudios, de amistades o de enamoramiento,
debe asumir una labor de limpieza, de mejora, de olvido y de estudio, que a veces
no resulta fácil. Debemos prepararnos para cambiar de vida la próxima Pascua,
este debe ser nuestro deseo, ni más, ni menos.
El cursillo tiene tres exigencias: intensificación de la oración, limosna de la manera
que sea, y ayuno. Y estas dos últimas prácticas mencionadas no son ejercicios
masoquistas. Desprenderse de lo que uno tiene, para darlo a otro que de aquello
carece, es un ejercicio de estiramiento espiritual. Semejante al que hacen los
futbolistas cuando se entrenan. Preparar el ánimo para sortear ambiciones sin
dejarse atrapar, pensar y ver en el necesitado al mismo Cristo y acercarnos libres
del lastre de la riqueza. (Ojo, mis queridos jóvenes lectores, no olvidemos que
somos ricos. El solo hecho de saber leer y poder comer cada día, ya nos sitúa en el
campo de los afortunados). Ayunar de comidas comunes para ingerir aquellas que
mejoraran la línea, con la única finalidad de satisfacer la vanidad, eso sí que es
absurdo. Privarse de placeres para domesticar el cuerpo, para poder ayudar mejor
al prójimo que sufre el aguijón del hambre, es identificarse con el Señor, que se
sacrificó por nosotros generosamente. Al lado del Maestro, no lo ignoréis, mis
queridos jóvenes lectores, es contagiarse de sus virtudes y aprender de su doctrina.
Excepto en la ausencia general del silencio, en todo lo demás, creo yo, hemos
progresado facilitando el progreso espiritual, quiero decir que tenemos más
conocimiento del valor de estas tres exigencias practicadas, eso sí, modestamente,
casi ocultamente, sin alardear de santos, ni creérnoslo.
Padre Pedrojosé Ynaraja