Ciclo B. I Domingo de Cuaresma
Julio Suescun, C.M.
Para conducirnos a Dios
La cuaresma es un tiempo que la Iglesia dedica a preparar la solemne celebración
anual del Misterio de la Vida, Muerte y Resurrección de Jesús, la Pascua. En el
primer domingo de este tiempo leemos en la Carta del Apóstol San Pedro (2ª
lectura), que Cristo murió por los pecados, una vez para siempre: el inocente por
los culpables, para conducirnos a Dios. Para conducirnos a Dios Jesús nos marca el
camino: convertíos y creed la Buena Nueva (Evang.)
La conversión es como la vuelta atrás de un camino que no nos conduce al término
deseado. Nuestros primeros padres, Adam y Eva, quisieron emprender un camino
de libertad y de felicidad que les hiciera vivir como dioses. Por su desobediencia, se
vieron condenados a vivir fuera de aquel paraíso de felicidad donde Dios los había
colocado. Desde entonces la historia del hombre, sometido a la esclavitud del
pecado, es la historia de una esperanza: que se cumpla la promesa hecha por Dios,
de que la descendencia de la mujer triunfaría sobre tentador y nos libraría del
pecado. Ninguno de los proyectos renovadores de la humanidad, ni siquiera los que
partieron de una renovada alianza con Dios Creador, como el de Noé (1ª lect.),
recuperó para el hombre la libertad y felicidad que perdió en el paraíso.
Jesús encarna un proyecto de renovación enteramente nuevo, es el proyecto de la
nueva creación. Por un camino distinto al de nuestros primeros padres, por el
camino de la obediencia hasta la muerte en cruz, recuperará para el hombre la
verdadera libertad y establecerá la alianza definitiva del hombre con Dios. Al
comienzo de este camino coloca el evangelista el desierto en el que Jesús es
tentado por Satanás. Vive entre animales salvajes y es servido por los ángeles. Las
animales salvajes están representando la creación entera puesta al servicio del
hombre en el paraíso, pero que por que por las intrigas del tentador, se convierte
en trampa para el mismo. Los animales que Adam dominaba, llamándoles por su
nombre, después del pecado se le rebelan y en el jardín aparecerán los cardos y las
espinas. Los ángeles representan la ayuda que Dios envía al hombre que quiere ser
fiel.
El evangelio Mc. no dice cuales fueron las tentaciones de Jesús. Es como si nos
dijera que la propia condición humana que el Hijo de Dios ha asumido en su
totalidad, excepto el pecado, se hace tentación en cuanto que siente llamadas a
vivir su vida al margen del proyecto de Dios. Toda la creación, manipulada por el
hombre, se convierte en fuente de tentación para el hombre que se deja seducir
por el tentador. En la soledad del desierto, Jesús puede repensar la misión que el
Padre, que acaba de proclamarle en el Jordán su Hijo Predilecto, le ha confiado. Y
del desierto vuelve animoso para seguir su camino, hasta la victoria final. E invita a
todos: Convertíos y creed la Buena Noticia: cambiad de vida y seguidme.
Creed la Buena Noticia, es una invitación a fiarse de Jesús y vivir en la esperanza
de que su victoria también será la nuestra, si no nos dejamos seducir por las
ofertas, contrarias al evangelio. Son ofertas, hoy muy abundantes, de una felicidad
engañosa. Frente a ellas, la alianza de Dios permanece para siempre. La
celebración de esta alianza nos dará seguridad y frente a las insidias del mal,
“aparecerá en las nubes mi arco… y el diluvio no volverá a destruir los vivientes”
Vivamos esta cuaresma como un tiempo de desierto, de mayor cercanía a Dios en
la oración y en la celebración de los sacramentos, los signos de la Alianza;
abandonemos las comodidades superfluas y ejercitémonos en el seguimiento de
Cristo haciendo el bien a todos.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)