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Día litúrgico: Sábado después de Ceniza
Texto del Evangelio ( Lc 5,27-32): En aquel tiempo, Jesús salió y vio a un
publicano llamado Leví, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo:
Sígueme. El, dejándolo todo, se levantó y le siguió (). Los fariseos y sus
escribas murmuraban diciendo a los discípulos: «¿Por qué coméis y bebéis con los
publicanos y pecadores?». Les respondió Jesús: «No necesitan médico los que
están sanos, sino los que están mal. No he venido a llamar a conversión a justos,
sino a pecadores».
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
El anuncio del Evangelio consiste en el ofrecimiento de la gracia de Dios al
pecador
Hoy, Jesús acoge en el grupo de sus íntimos a un hombre que era considerado
como un pecador público. Mateo no sólo manejaba dinero considerado impuro por
provenir de gente ajena al pueblo de Dios, sino que además colaboraba con una
autoridad extranjera, odiosamente ávida, cuyos tributos podían ser determinados
arbitrariamente. En más de una ocasión, los Evangelios mencionan conjuntamente
a los "publicanos y pecadores", a los "publicanos y prostitutas".
Un dato que salta a la vista: Jesús no excluye a nadie de su amistad. Es más,
precisamente mientras se encuentra sentado en la mesa de la casa de Mateo-Leví,
respondiendo a quien estaba escandalizado por el hecho de frecuentar compañías
poco recomendables, Cristo pronuncia la importante declaración: "No he venido a
llamar a justos, sino a pecadores".
—El buen anuncio del Evangelio consiste precisamente en esto: ¡en el ofrecimiento
de la gracia de Dios al pecador! Quien se encuentra aparentemente más lejos de la
santidad, puede convertirse incluso en un modelo de acogida de la misericordia de
Dios.
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