Ciclo B. I Domingo de Cuaresma
Antonio Elduayen, C.M.
Queridos amigos
Iniciada la Cuaresma -esos 40 días de Retiro de Jesús y nuestros- les sugiero vivirla
con el Espíritu Santo. Así lo hizo Jesús (Mc 1,12-15), y así debiéramos hacerlo
nosotros. Iniciarla, acompañarla y terminarla, con el Espíritu Santo. Ese mismo
Espíritu, que como si fuera una paloma, entró en Él, mientras su Padre Dios lo
proclamaba su Hijo amado (Mt 3,16-17), en la epifanía del Jordán. En vez de entrar
a la Cuaresma dispuestos a hacer cada día una lista de oraciones, penitencias y
caridades, les invito a entrar sencillamente como lo hizo Jesús: animados y llevados
por el Espíritu. Para el evangelista Marcos, que nos relata la Cuaresma de Jesús,
eso fue lo más importante.
Por su parte y abundando en el tema, el evangelista Lucas nos dice que el Espíritu
no sólo llevó a Jesús al Retiro en el desierto, sino que estuvo con Jesús en cuanto
allí él hizo (Lc 4,1): su oración y penitencia, su decisión de ser el Mesías profetizado
y no el soñado por las autoridades y el pueblo, su rechazo de las tentaciones y del
diablo… Hasta que, vencedor y presto a desempeñar su rol de Mesías, el mismo
Espíritu lo llevó con su poder a Galilea (Lc 4,14). Qué bueno si este año en vez de
proponernos hacer tantas cosas en la cuaresma, nos ponemos a disposición del
Espíritu y nos dejamos conducir por él. Es, creo, lo que nos ha faltado en nuestras
cuaresmas anteriores, que estuvieron marcadas más bien por las tentaciones de
Jesús (Mt 4,1-11) y Lc 4,1-13) y nuestras, en lucha contra las mil formas en que se
presenta satanás..
Como Jesús, debiéramos empezar, continuar y terminar la Cuaresma llenos del
Espíritu, más que de nosotros mismos. Sólo con sus luces y fuerzas llegaremos más
fácilmente a Dios (experiencia de fe y de oración), entraremos en un mejor
contacto con nosotros mismos y con nuestros prójimos (experiencia de la Ley de
Oro del evangelio: hacer a los otros lo que queremos que ellos nos hagan a
nosotros), y nos conformaremos más a Jesucristo (experiencia pascual), hasta ser
resucitados en la Pascua por el Espíritu, como resucitó al Señor (Rom 8,11).
Entonces nos sentiremos discípulos misioneros de Jesús e iremos por todas partes
anunciando al Señor y estableciendo su Reino. Es lo que Él hizo después de su
Cuaresma (Mc 1,15; Lc 4,14)
Antes, buscando siempre desde el Espíritu la voluntad del Padre Dios, Jesús tuvo
que resolver algunas dudas y tomar las decisiones correspondientes. Por ejemplo la
de dejar Judea e iniciar su evangelización en Galilea…, si el asunto que Juan se traía
entre manos -el non licet a la amante de Herodes-, terminaba mal, como terminó
(Mc 6, 14-29). Y esta otra, sin duda mucho más importante: presentarse como
Mesías, pero sin poder político ni social ni eclesial. Sólo como Hijo del Hombre, que,
con su compasión, revela el amor que el Padre nos tiene. Ver otras decisiones en
Mc 1, 15-20. Les invito a dejarse llevar por el Espíritu para hacer de la Cuaresma
un tiempo fuerte de conversión y compromiso cristianos..
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)