Lectio Divina: I Domingo de Cuaresma, Ciclo B
Autor: P. Chuno, C.M.
LA PALABRA HOY: Génesis 9,8-15; Salmo 24; 1 Pedro 3,18-22; Marcos 1, 12-15
Ambientación: Para toda la cuaresma: una Cruz. Para esta semana: puñados de
arena con carteles de las tentaciones de nuestro tiempo: consumismo, poder,
aparentar…
Cantos sugeridos: Nos has llamado al desierto; Caminaré en presencia del Señor.
Ambientación:
Ya desde esta primera semana de Cuaresma, Dios nos invita a vivir una experiencia
de desierto. El desierto es ese espacio simbólico de encuentro con nosotros mismos
y con Dios, donde se experimenta la tentación, y donde hay que decidir por quién
apostamos. Jesús es el hombre nuevo capaz de vencer al Tentador y el que nos
ofrece la nueva y definitiva alianza para el mundo: el Reinado de Dios.
Oración inicial
Padre, no nos dejes caer en la tentación
de vender tu amistad por buen precio.
No nos dejes caer en la tentación de olvidarte
por tener mucho trabajo,
por tener mucha importancia,
por tener muchos agobios,
ni por los grandes propósitos
de hacer muchas obras buenas.
No nos dejes caer en la tentación
de olvidarte en los demás
por tener que hacer oración a Ti;
o de olvidar la oración a Ti
por atender a los demás.
Retira, Señor, la tentación de hacer algo,
lo que sea, olvidándome de Ti.
AMEN.
I. Lectio: ¿Qué me dice el texto?
Mc 1, 12-15
Motivación: El Evangelio que leemos hoy nos presenta a Jesús en una encrucijada:
optar por el camino propuesto por el Padre o elegir lo que propone el Tentador.
Jesús decidió llevar adelante la misión del Padre, proclamando la llegada de su
Reinado. Escuchemos:
Forma de leerlo:
Proclamar el texto en voz alta (todos de pie).
Cada uno puede leer en voz alta el versículo que más le llamó la atención
(sentados).
Preguntas para la lectura:
¿En qué escenario coloca Marcos las tentaciones de Jesús?
¿Quién conduce a Jesús? ¿Qué sucede en el desierto?
¿En qué momento comienza a predicar Jesús?
¿Qué es lo primero que predica?
¿Qué relación hay entre convertirse y creer en la Buena Noticia?
Otros textos bíblicos para confrontar: Mt 4,1-11; Lc 4,1-13; Dt 8,1-2; Jn 13,2.27;
Lc 22,3.53.
II: Meditatio: ¿Qué me dice? ¿Qué nos dice el texto?
Motivación: Jesús sale vencedor de las tentaciones. A nosotros, sus discípulos, la
Cuaresma se nos presenta como tiempo de desierto, de conversión, de encuentro
con Dios.
El Espíritu empuja con fuerza a Jesús hacia el desierto. ¿Me dejo conducir por él en
mi vida?
El desierto es el lugar del encuentro y de la tentación. ¿En qué situaciones de la
vida nos encontramos “en el desierto”?
¿Cómo percibo la presencia de Cristo en esas situaciones?
¿Cuáles son las tentaciones más frecuentes que nos amenazan, personalmente,
como Iglesia, como comunidad?
Comenzamos el tiempo de Cuaresma, en el que se nos invita a vivir cuarenta días
de desierto como Jesús: ¿Qué tenemos que hacer para vivirlo como Él?
“Conviértanse y crean en la Buena Noticia” (v. 15). ¿De qué necesito convertirme?
Luego de un tiempo de meditación personal, compartimos con sencillez nuestra
reflexión, lo que el texto ME dice a mi propia realidad y situación personal.
III: Oratio: ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?
Motivación: Jesús experimentó las tentaciones y venció al Tentador. Igual que
Cristo, quienes se dejan guiar por el Espíritu, salen victoriosos. Si se lo permitimos,
Dios puede reinar en nuestro corazón, en nuestra sociedad, en nuestro mundo.
Hablemos con él, desde lo que nos ha sugerido este pasaje.
Luego de un tiempo de oración personal, podemos compartir en voz alta nuestra
oración, siempre dirigiéndonos a Dios mediante la alabanza, la acción de gracias o
la súplica confiada.
Se puede, también, recitar el salmo responsorial que corresponde a este domingo
(Salmo 24).
IV. Contemplatio: ¿Qué me lleva a hacer el texto?
Motivación: Para san Vicente, la tentación era un estado feliz, y que un día pasado
en semejante situación nos proporcionaría más mérito que un mes sin tentaciones.
Decía que no hay que pedirle a Dios que nos libre de ellas, sino que nos haga
utilizarlas bien y que impida que caigamos. A las hermanas aconseja:
¿Qué hacer, pues, cuando uno se encuentra en semejante aflicción? ¿Habrá que
dejar de confiar en Dios, como si ya no se preocupara de nosotros? Hijas mías,
hemos de esperar que hará una de estas dos cosas: o que nos sacará de la
tentación, o que nos dará gracias para sacar provecho de ella. ¿No ven cómo se
purifica el oro en el crisol? Del mismo modo, un alma se hace más pura y más bella
por la tentación, así como el oro resplandece más después de pasar por el fuego.
Hijas mías, siendo esto así, no hay por qué preocuparse de que nos vengan
tentaciones, de cualquier clase que éstas sean. Cuando Dios permita que alguna se
vea atacada, que diga: “Señor, tú has prometido que no pasará nada que no sea
para nuestro bien. Estoy sufriendo una tentación. Ayúdame, Señor, a soportarla, de
modo que no te ofenda jamás. La acepto por amor a ti y espero que sacarás de ella
tu gloria por medio de la victoria que me darás la gracia de alcanzar. Me pongo en
manos de tu Providencia”. (IX, 1052)
Tomar conciencia de mis ídolos, de las tentaciones que me acechan y proponerme
un plan de crecimiento espiritual para esta Cuaresma
Reflexionar con tu comunidad, familia, grupo… sobre el sentido de la Cuaresma
como camino de preparación para la Pascua.
Oración final
Bendito seas, Señor, Dios Padre nuestro,
por la oportunidad que nos concedes al comienzo de este camino hacia la pascua.
Lo recorreremos con Cristo hasta el final.
En el pregón inicial del Reino él nos avisa: Conviértanse y crean en la buena nueva.
Ayúdanos, Señor, a convertir nuestros corazones del consumismo, de la religión
interesada y de los ídolos que nos dominan, para ir secando el manantial del
pecado en nuestra vida.
En esta cuaresma queremos convertirnos al cumplimiento de tu voluntad y renovar
nuestra fe y nuestro Bautismo. Amén.
Con permiso de somos.vicencianos.org