Quiten esto…
Aparecida en el número 365, da un mandato a las Iglesias de América
Latina y del Caribe: “Abandonar la estructuras caducas”. Un simple
inventario nos dejaría vacíos, sueltos, “ligeros de equipaje”, aptos para el
anuncio, receptivos del mensaje. Nuestras estructuras se van volviendo
pesadas, cansinas, complicadas, aburridas no sólo a nivel institucional, sino
también a nivel personal.
Jesús entra al Templo y encuentra la “casa de oracin” convertida en tienda
de mercado. Da un grito y un latigazo estruendosos: “¡Quiten esto…!”,
como insinuando: Todo esto sobra, hay que botarlo, hay que deshacerse de
ello. La invitación es muy simple: Dejar que Jesús entre al Templo de
nuestra interioridad, al corazón de nuestros hogares, al interior de nuestras
Curias diocesanas, seminarios, comunidades de base…Mucho habrá que
quitar…
El Éxodo arremete en la misma línea: “No tengan más dioses”. No adoren el
dinero, la fama, las apariencias, los éxitos momentáneos, el culto a la
personalidad… y va tamizando nuestras vidas hasta acercarlas a lo más
simple: A la adoración y al silencio en donde se le encuentra al Señor de la
vida. Sólo volviendo a nuestro interior nos encontramos con el único
Seor…”Oh Dios, tú eres mi Dios” (Sal. 63).
Pablo nos remite a la locura de la Cruz. Ni milagros, ni ostentación
vanidosa de sabidurías inocuas nos permiten el acceso al Dios de Jesucristo.
Él es nuestra fuerza y sabiduría. Es la respuesta a todo lo que nuestra
existencia ha proyectado, identificado como ideal, sueño, visión. Lo que se
aleje de ese derrotero nos lleva a la acumulación de estructuras caducas.
De nuevo hay que quitarlas…
Cochabamba 11.03.12
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com