Tiempo y Eternidad
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José Manuel Otaolaurruchi, L.C.
¿Dios ama más a unos que a otros?
“Jesús tomó aparte a Pedro, Santiago y Juan” (Mc 9,2) El evangelio de este domingo nos
presenta el pasaje de la transfiguración de Jesús, y como testigos privilegiados eligió sólo a
tres de sus discípulos, no a los doce, los mismos que no supieron velar una hora con el
Maestro en Getsemaní. No cabe duda que estos tres apóstoles gozaron de una especial
predilección, pues ningún otro pudo estar con Jesús cuando resucitó a la hija de Jairo, el
jefe de la sinagoga. El texto dice que no dejó que nadie lo acompañara excepto los tres
elegidos.
“Jesús tomó aparte a Pedro, Santiago y Juan”. La elección nos hace ver que el amor de Dios
hacia los hombres es totalmente personal. No se puede decir que Dios ama más a uno que a
otro, pero sí podemos afirmar que Dios nos ama de manera diferente a cada persona. Esto
lo podría entender mejor una madre, porque ellas aman con todo su ser a cada uno de sus
hijos, pero los aman de distinta manera. Los hijos son como los dedos de la mano, cada uno
es diverso, pero a cada uno lo quieres como si fuera el único.
“Jesús tomó aparte a Pedro, Santiago y Juan”. La elección es una expresión de la libertad
con la que Dios ama a los hombres. Cuando Jesús comenzó a formar su grupo de los
apóstoles, llamó a los que Él quiso. No escogió por las cualidades, la apariencia, los
méritos, las recomendaciones, ni nada de eso. Algunos aceptaron su invitación, otros fueron
rechazados, como le sucedió al muchacho poseído de Gerasa (Lc. 8,39), y hay otros que
tuvieron la fortuna de ser llamados, pero no correspondieron, les faltó generosidad como le
ocurrió al joven rico.
“Jesús tomó aparte a Pedro, Santiago y Juan”. Cada elección implica una misión, y para
realizarla, Dios nos otorga unos talentos de los cuales hemos de rendir cuentas. Por eso es
un error compararnos con los demás y sentirnos superiores, siendo que tal vez hayamos
recibido muchos más talentos y resulte que al final de los tiempos, los últimos sean los
primeros y los primeros los últimos. O entristecernos porque no tengamos el dinero, “la
suerte”, la fortuna de los otros, pues Dios nos otorga lo suficiente y no desampara a nadie.
“Jesús tomó aparte a Pedro, Santiago y Juan”. La elección es una responsabilidad porque
aunque nadie nos pidió permiso para nacer, sí tendremos que responder por los dones y
talentos recibidos a favor de los demás. “Lo que a los otros hicisteis, a mí me lo hicisteis”
(Mt 25,40). La libertad es ante todo una responsabilidad.
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