Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo B, Tiempo de Cuaresma,
Domingo de la Semana No. 2
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe *
Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida * Dios no perdonó a su
propio Hijo * Éste es mi Hijo amado
Textos para este día:
Génesis 22,1-2.9-13.15-18:
En aquellos días, Dios puso a prueba a Abrahán, llamándole: "¡Abrahán!" Él
respondió: "Aquí me tienes." Dios le dijo: "Toma a tu hijo único, al que quieres, a
Isaac, y vete al país de Moria y ofrécemelo allí en sacrificio, en uno de los montes
que yo te indicaré."
Cuando llegaron al sitio que le había dicho Dios, Abrahán levantó allí el altar y apiló
la leña, luego ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar, encima de la leña.
Entonces Abrahán tomó el cuchillo para degollar a su hijo; pero el ángel del Señor
le gritó desde el cielo: "¡Abrahán, Abrahán!" Él contestó: "Aquí me tienes." El ángel
le ordenó: "No alargues la mano contra tu hijo ni le hagas nada. Ahora sé que
temes a Dios, porque no te has reservado a tu hijo, tu único hijo."
Abrahán levanto los ojos y vio un carnero enredado por los cuernos en la maleza.
Se acercó, tomó el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. El ángel del
Señor volvió a gritar a Abrahán desde el cielo: "Juro por mí mismo -oráculo del
Señor-: Por haber hecho esto, por no haberte reservado a tu hijo único, te
bendeciré, multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la
arena de la playa. Tus descendientes conquistarán las puertas de las ciudades
enemigas. Todos los pueblos del mundo se bendecirán con tu descendencia, porque
me has obedecido."
Salmo 115:
Tenía fe, aun cuando dije: / "¡Qué desgraciado soy!" / Mucho le cuesta al Señor / la
muerte de sus fieles. R.
Señor, yo soy tu siervo, / siervo tuyo, hijo de tu esclava: / rompiste mis cadenas. /
Te ofreceré un sacrificio de alabanza, / invocando tu nombre, Señor. R.
Cumpliré al Señor mis votos / en presencia de todo el pueblo, / en el atrio de la
casa del Señor, / en medio de ti, Jerusalén. R.
Romanos 8,31b-34:
Hermanos: Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no
perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos
dará todo con él? ¿Quién acusará a los elegidos de Dios? ¿Dios, el que justifica?
¿Quién condenará? ¿Será acaso Cristo, que murió, más aún, resucitó y está a la
derecha de Dios, y que intercede por nosotros?
Marcos 9,2-10:
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a
una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un
blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les
aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra
y le dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una
para ti, otra para Moisés y otra para Elías." Estaban asustados, y no sabía lo que
decía. Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: "Éste es mi
Hijo amado; escuchadlo." De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que
a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: "No contéis a nadie lo que habéis
visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos." Esto se
Homilía
Temas de las lecturas: El sacrificio de Abrahán, nuestro padre en la fe *
Caminaré en presencia del Señor en el país de la vida * Dios no perdonó a su
propio Hijo * Éste es mi Hijo amado.
1. Un papá y un hijo
1.1 Las lecturas de hoy nos hacen meditar en la entrañable relación que une a un
hijo con su padre.
1.2 Era costumbre, ciertamente salvaje, de los pueblos de la antigua Palestina
sacrificar a sus hijos como un medio de congraciarse con sus dioses. Los métodos
de sacrificio eran horripilantes en grado sumo, e incluían, por ejemplo, quemarlos
vivos. El "escogido" para esta bárbara práctica solía ser el primogénito, porque en
él se reunía no sólo el amor paterno sino la victoria sobre la esterilidad. Al parecer
lo que subyace aquí es que un acto supremo de dolor al ofrecer algo debía
"comprometer" al dios o los dioses para que también ellos cumplieran "su parte" en
proteger o bendecir a los que hacían tales cosas.
1.3 Ello explica por qué en la Biblia aparece tantas veces la prohibición, para
nosotros obvia, de sacrificar a los hijos. Uno puede leer por ejemplo Dt 18,10-11:
"No sea hallado en ti nadie que haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni
quien practique adivinación, ni hechicería, o sea agorero, o hechicero, o
encantador, o médium, o espiritista, ni quien consulte a los muertos". Aquí se
condenan juntamente dos prácticas que eran comunes en Canaán. Otro caso es el
de Jefté que sacrificó a su hija (Jue 11,30-40) o el de Acaz que quemó a su hijo (2
Re 16,3), lo mismo que el espantoso Manasés (2 Re 21,6)
1.4 En ese contexto y rodeado de ese mundo Abrahán siente una exigencia de
llegar, de una manera brutal, a su propio límite, y siente asimismo que está
dispuesto a obedecer hasta el extremo. Y obedece. Abrahán obedece hasta el
extremo.
1.5 Por otra parte: es fácil escandalizarnos y murmurar de las bárbaras prácticas de
otras sociedades. "¡Qué salvajes! ¡Sacrificar a un niño inocente para asegurar el
éxito de un proyecto de su padre!". Pero es lo mismo que hoy se hace en muchas
partes, todos los días. Una mujer adelanta estudios universitarios. Queda
embarazada. ¿Solución? Que aborte. Ese niño no puede dañarle la carrera a ella. El
niño es sacrificado atrozmente para que el proyecto personal de la madre, o del que
embarazó a la madre, no se dañe. Seguimos en Canaán.
2. Un hijo y un papá
2.1 En el evangelio de hoy aparece en otra clave el tema de papás e hijos. Esta vez
se trata del Papá por excelencia y del Hijo por excelencia. La transfiguración nos
deja entrever el misterio de este Hijo en quien brilla la donación de amor que le ha
hecho su Padre, y el misterio de este Padre en la donación de amor que le hace su
Hijo. Este precioso misterio, que ha sido llamado "luminoso" por el Papa Juan Pablo
II, nos introduce en la dinámica de la donación de vida y donación de amor propias
del ser de la Trinidad.
2.2 Y en ese misterio se gesta nuestra propia salvación. La palabra "Padre" es la
palabra que sella la obra de la redención. Cuando Dios es mi Padre, mi Papá, mi
Papito, mi Abbá, ¡se acabaron las distancias! Ya Dios no es mi rival ni mi estorbo;
ya no es una idea lejana ni una energía sin nombre, ya no es un recuerdo de otra
cultura ni una ideología para dominarme. Cuando Jesús me introduce en su modo
de amar al Padre y en el modo de amar de Dios mi Padre ha quedado rota la
mentira de suspicacia con que la serpiente satánica pretendía que yo desconfiara de
mi Creador.
2.3 Por eso nos dice también san Pablo: "Si Dios está a nuestro favor, ¿quién
estará en contra nuestra? El que no nos escatimó a su propio Hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros, ¿cómo no va a estar dispuesto a dárnoslo todo, junto
con su Hijo?" (Rom 8,31-32). Con esta certeza bien sembrada en el alma ya no
caben los engaños del demonio, ya no tienen encanto las mieles del mundo, ya
pierden su fuerza las seducciones de la carne.
2.4 ¡Oh, gloria a Dios, que es Padre, y nos envió a su Hijo para mostrarnos su
rostro, de modo que en Él se rehiciera la imagen perdida por el pecado!