Ciclo B. II Domingo de Cuaresma
Antonio Elduayen, C.M.
Queridos amigos
El relato de Marcos sobre la Transfiguración del Señor (9, 2-10) es en sí mismo un
acontecimiento muy importante, con resonancias pascuales (ya que es como un
anticipo de su Resurrección) y escatológicas (así es como ha de volver Jesús al final
de los tiempos, lleno de la gloria del Padre). Para Marcos encierra además, el
sentido o el por qué del llamado Secreto de Jesús o secreto mesiánico: no le digan
a nadie lo que han visto…
Para realizar su misión Jesús se trazó un Plan, que mantuvo en secreto por un largo
tiempo. El Plan tenía que ver ante todo con Él mismo, con su ser y quehacer de
Mesías, pero también, indirectamente, con sus seguidores y el entorno. El hombre
le había fallado a Dios por la desobediencia, El hombre, por su soberbia, había
querido ser como Dios y el dueño del universo. Él sería y se presentaría como un
hombre humilde y pobre, el Siervo del Señor… Pero la cosa no iba a ser tan fácil.
Esa imagen de Siervo del Señor, sufriente y compasivo, iba a chocar con la imagen
que el pueblo se había hecho del Mesías: triunfalista y libertador de su nación
(sometida a Roma); e iba a impedir que sólo unos pocos le siguiesen (Mc 8,38)
Jesús expuso su Plan (reveló su secreto), señalando las siguientes consecuencias
personales: “el Hijo del Hombre ha de sufrir mucho y ha de ser rechazado por los
notables, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley. Será condenado a
muerte, pero resucitará al tercer día” (Mc 9, 31). “El Hijo del Hombre no vino a ser
servido sino a servir y dar su vida en rescate de la gente. Y las siguientes
consecuencias para sus seguidores: “el que quiera seguirme, que renuncie a sí
mismo, tome su cruz y me siga… (Mc. 9.34)
En la realización de su Plan, Jesús fue siempre balanceando las cosas. Hizo con
libertad de espíritu lo que tenía que hacer, incluidos los milagros (signos, los llama
Juan), pero pidiendo siempre a los beneficiados que no lo contasen, para que nadie
se hiciese una falsa imagen de quién era Él. En virtud de este mismo secreto
manda callarse a los espíritus malos cuando estos le gritan sabemos quién eres (
Mc 1, 24) Y recrimina a los apóstoles .cuando le piden que desista de su Plan (Mc
8,33) o que los premie con puestos políticos (Mt 20, 22).
El misterio de la Transfiguración del Señor hay que ubicarlo en este contexto. Pero
como aliciente para sus verdaderos seguidores. Para que cuando vean a Jesús
colgando de una cruz, recuerden lo que entonces vieron y oyeron: resplandeciente
como el sol; el Padre Dios llamándolo su Hijo; Moisés y Elías, respaldándolo…
Recuerden y no desmayen en su fe. Para los apóstoles y para nosotros, la
Transfiguración está ahí como un milagro permanente. Para saber en quién hemos
puesto nuestra confianza y lo que en definitiva somos (luz de gracia) y esperamos
(la resurrección).
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)