“Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores”
Mt 5, 43-48
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
JESÚS NOS MANIFIESTA UN AMOR SIMILAR CON TODOS
Dios ha sellado con su pueblo un pacto de alianza recíproca, pidiéndole observar sus leyes y
normas con todo el corazón. Jesús nos muestra la meta de esta obediencia: llegar a ser hijos
semejantes al Padre, perfectos como él es perfecto. Pero la perfección de Dios no es una
inalterable serenidad, una pureza aséptica.
Cristo nos revela que es misericordia con todos, gratuidad universal, bondad que supera
cualquier medida humana. Por consiguiente, tender a la perfección significa conformar nuestro
corazón con el del Padre, que derrama bienes sobre todos, sin hacer distinción entre buenos y
malos, justos e injustos, agradecidos e ingratos.
Jesús nos manifiesta un amor similar con todos, pero no de una manera genérica, como una
benevolencia seráfica con la humanidad. Nos dice: "Amad a vuestros enemigos y rezad por los
que os persiguen "; actuar con caridad con el que nos está haciendo el mal. Esto es amar de
modo perfecto, ofreciendo el don más grande, el perdón. Así nos ha amado Cristo desde la
cruz, dejándonos no sólo ejemplo, sino también la gracia necesaria para conformarnos a él.
No nos limitemos a lo que nos es connatural, siendo benevolentes con los que nos manifiestan
benevolencia: esto lo hacen también de modo natural quienes todavía no conocen el rostro del
Padre.
A nosotros se nos ha manifestado; se nos ha concedido una gracia sobreabundante: no nos
quedemos en cuestiones de mérito, no busquemos recompensas. El amor de Dios derramado
sobre nuestros corazones es la más espléndida e inmerecida recompensa.
ORACION
Jesús, Hijo de Dios vivo, tú nos has mostrado en tu rostro el rostro del Padre: haz que
mirándote a ti, que no te avergüenzas de llamarnos "hermanos", aprendamos a vivir como
verdaderos hijos, obedientes a la voluntad de Dios.
Señor, tú nos has revelado que el Padre derrama su amor a todos: haz que llegando a la
Fuente de toda bondad podamos llevar al mundo el agua viva del Espíritu, que todo lo renueva.
Oh Cristo, que pediste desde la cruz perdón para todos nosotros: haz que acogiendo la gracia
divina aprendamos a amar con corazón gratuito a todos los hombres, y más que a nadie al
hermano que nos ha hecho mal. Entonces, al mirarnos, el Padre nos podrá reconocer
verdaderamente como hijos suyos.
Sea este nuestro único deseo: tender a la comunión plena, tener un solo corazón y una sola
alma.