EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Domingo de la segunda semana de Cuaresma
Libro de Génesis 22,1-2.9a.10-13.15-18.
Después de estos acontecimientos, "Dios puso a prueba a Abraham "¡Abraham!", le
dijo. El respondió: "Aquí estoy".
Entonces Dios le siguió diciendo: "Toma a tu hijo único, el que tanto amas, a Isaac;
ve a la región de Moria, y ofrécelo en holocausto sobre la montaña que yo te
indicaré".
Cuando llegaron al lugar que Dios le había indicado, Abraham erigió un altar,
dispuso la leña, ató a su hijo Isaac, y lo puso sobre el altar encima de la leña.
Luego extendió su mano y tomó el cuchillo para inmolar a su hijo.
Pero el Angel del Señor lo llamó desde el cielo: "¡Abraham, Abraham!". "Aquí
estoy", respondió él.
Y el Angel le dijo: "No pongas tu mano sobre el muchacho ni le hagas ningún daño.
Ahora sé que temes a Dios, porque no me has negado ni siquiera a tu hijo único".
Al levantar la vista, Abraham vio un carnero que tenía los cuernos enredados en
una zarza. Entonces fue a tomar el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de
su hijo.
Luego el Angel del Señor llamó por segunda vez a Abraham desde el cielo,
y le dijo: "Juro por mí mismo - oráculo del Señor - : porque has obrado de esa
manera y no me has negado a tu hijo único,
yo te colmaré de bendiciones y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del
cielo y como la arena que está a la orilla del mar. Tus descendientes conquistarán
las ciudades de sus enemigos,
y por tu descendencia se bendecirán todas las naciones de la tierra, ya que has
obedecido mi voz".
Salmo 116(115),10.15.16-17.18-19.
Tenía confianza, incluso cuando dije:
"¡Qué grande es mi desgracia!".
¡Qué penosa es para el Señor
la muerte de sus amigos!
Yo, Señor, soy tu servidor,
tu servidor, lo mismo que mi madre:
por eso rompiste mis cadenas.
Te ofreceré un sacrificio de alabanza,
e invocaré el nombre del Señor.
Cumpliré mis votos al Señor,
en presencia de todo su pueblo,
en los atrios de la Casa del Señor,
en medio de ti, Jerusalén.
¡Aleluya!
Carta de San Pablo a los Romanos 8,31b-34.
¿Qué diremos después de todo esto? Si Dios está con nosotros, ¿quién estará
contra nosotros?
El que no escatimó a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿no
nos concederá con él toda clase de favores?
¿Quién podrá acusar a los elegidos de Dios? Dios es el que justifica.
¿Quién se atreverá a condenarlos? ¿Será acaso Jesucristo, el que murió, más aún,
el que resucitó, y está a la derecha de Dios e intercede por nosotros?
Evangelio según San Marcos 9,2-10.
Homilía en la fiesta de la Transfiguración (trad. breviario 06/08)
Seis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a
un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos.
Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo
podría blanquearlas.
Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Pedro dijo a Jesús: "Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una
para ti, otra para Moisés y otra para Elías".
Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor.
Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: "Este es mi
Hijo muy querido, escúchenlo".
De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos.
Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta
que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría "resucitar de
entre los muertos".
comentario del Evangelio por
Anastasio de Sinaí (?-después 700), monje
Homilía en la fiesta de la Transfiguración (trad. breviario 06/08)
"Se preguntaban entre ellos lo que quería decir: «resucitar de los
muertos» "
Sobre el monte Tabor, Jesús les mostró a sus discípulos una manifestación
maravillosa y divina, como una imagen prefigurativa del Reino de los cielos.
Exactamente es como si les dijera: "Para que la espera no engendre en vosotros
incredulidad, desde ahora, inmediatamente y verdaderamente os digo que entre los
que están aquí hay algunos que no conocerán la muerte, antes de haber visto al
Hijo del hombre venir en la gloria de su padre" (Mt 16,28)...
Tales son las maravillas divinas de esta fiesta... Ya que es al mismo tiempo la
muerte y la fiesta de Cristo lo que nos reúne. Con el fin de penetrar en estos
misterios con los que han sido escogidos entre los discípulos, escuchemos la voz
divina y santa que, como desde lo alto..., nos convoca de modo urgente: "Venid,
gritad hacia la montaña del Señor, al día del Señor, hacia el lugar del Señor y en la
casa de vuestro Dios". Escuchemos, con el fin de que iluminados por esta visión,
transformados, transportados..., invoquemos esta luz diciendo: «Qué terrible es
este lugar; es nada menos que la casa de Dios y la puerta del cielo" (Gn 28,17).
Es pues hacia la montaña donde hay que apresurarse, como lo hizo Jesús que,
allí como en el cielo, es nuestro guía y nuestro precursor. Con él brillaremos con
mirada espiritual, seremos renovados y divinizados en la esencia de nuestra alma;
configurados a su imagen, como él, seremos transfigurados - divinizados para
siempre y transportados a las alturas...
Acudamos pues, con confianza y alegría, y penetremos en la nube, como
Moisés y Elías, como Santiago y Juan. Como Pedro, sé llevado a esta contemplación
y esta manifestación divina, sé transformado magníficamente, transportado fuera
del mundo, por encima de esta tierra. Deja aquí la carne, deja la creación y
vuélvete hacia el Creador al que Pedro mismo decía, arrebatado: "¡Señor, qué bien
se está aquí!" Sí, Pedro, es verdaderamente bueno estar aquí con Jesús, y estar
aquí para siempre.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”