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Día litúrgico: Martes II de Cuaresma
Texto del Evangelio ( Mt 23,1-12): En aquel tiempo, Jesús se dirigió a la gente y
a sus discípulos y les dijo: «En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y
los fariseos (…). No imitéis su conducta, porque dicen y no hacen. Atan cargas
pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren
moverlas. Todas sus obras las hacen para ser vistos por los hombres (…).
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto
XVI) (Città del Vaticano, Vaticano)
La tentación: apariencia de bien
Hoy, el Maestro nos previene ante la hipocresía y doblez de los escribas y fariseos.
Éstos últimos —un grupo religioso contemporáneo de Jesucristo— son el "blanco"
de dicha denuncia. En una ocasión Jesús los tildó como "sepulcros blanqueados". Y
es que resulta propio de la tentación adoptar una apariencia moral: no nos invita
directamente a hacer el mal, eso sería muy burdo.
La tentación finge mostrarnos lo mejor: abandonar, por fin, lo ilusorio y emplear
eficazmente nuestras fuerzas en mejorar el mundo. Además, se presenta con la
pretensión del verdadero realismo: lo real es lo que se constata (menospreciando la
fe). Y, en efecto, un vicio del llamado "fariseísmo" consistía en radicar el bien en el
cumplimiento formal (sin corazón) de unos preceptos, que no eran tanto de Dios
como de una retorcida casuística humana. Ahí aparece claro el núcleo de toda
tentación: poner orden en nuestro mundo por nosotros solos, sin Dios, contando
únicamente con nuestras propias capacidades.
—Jesús, quiero hacer tu voluntad; sólo me importa tu juicio.
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