III Semana de Cuaresma
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD
DOMINGO
Lecturas:
a.- Ex. 20,1-17: La ley fue dada por Moisés .
El decálogo se convierte, en el contexto de la alianza, es lo que define, de algún
modo al pueblo de Dios. Es la norma que conduce al pueblo de Dios y por la que
responde, a lo que quiere y debe ser. El Decálogo presenta diez preceptos
absolutos, revelación de Dios para los que lo conocen. Quiere prolongar la relación
que comenzó en Egipto en la servidumbre, en la esclavitud, es su palabra para los
salvados. Los mandamientos poseen dos tipos de preceptos: los que ordenan la
actitud frente a Dios, y luego, los que regulan las relaciones con el prójimo. No se
cumplen unos, sin observar los otros. Se exige reconocer a Dios como el único
Dios, que se ha revelado a su pueblo, que no se use su Nombre en vano y se lo
recuerde como Creador y Salvador. Se pide el respeto a la vida del prójimo, de la
familia, evitando todo daño a la persona y sus bienes hasta no pensar mal de ellos.
Estos mandamientos, más que preceptos abarcan a toda la persona, porque lo que
exige son actos, que se convierten en actitudes interiores profundas. Exige amor a
Dios y al prójimo (cfr. Dt. 6, 5; Lv. 19, 34), esto es lo que constituye al pueblo de
Dios: la ley y la alianza. El Señor Jesús, definió que toda la ley y los Profetas, se
resumen en estos dos mandamientos: amor a Dios y al prójimo (cfr. Mt. Mc. 12,
28-34).
b.- 1Cor. 1,22-25: Predicamos a Cristo Crucificado.
El apóstol Pablo, contrapone la sabiduría del mundo, con la sabiduría de Dios, la
pretensión humana y religiosa de buscar a Dios, con la sabiduría expresada en la
sabiduría de la cruz, la de la evangelización. Luego, señala las diversas posturas del
pagano y del judío, mientras éstos últimos piden signos, aquellos piden sabiduría.
No encuentran que Dios se manifieste por medio de la evangelización, les sabe a
poco, porque claro, poseen una larga tradición de prodigios en el AT. Lo que no
comprenden, es que estamos en una nueva etapa de la economía de la revelación.
Los griegos, quieren poner la fe cristiana a la altura de sus sabios y filósofos de
este mundo. Sin embargo, la predicación apostólica, no consiste más que en Cristo
Crucificado, para los que creen, es fuerza de Dios, sabiduría de Dios. El hombre ha
sido convocado a la fe, sin grandes raciocinios. Dios ha escogido lo débil del mundo,
para confundir a los fuertes. Por lo tanto, la actitud que corresponde es la
humildad, Dios no es producto del hombre, sino que está por sobre él, y permanece
en su misterio inefable, manifestado precisamente, en Jesucristo Crucificado.
c.- Jn. 2,13-25: Destruid este templo y en tres días lo levantaré.
El evangelista nos presenta la purificación del templo por parte de Jesús. Si las
bodas de Caná, representa el proyecto de Jesús, una nueva alianza, aquí la
purificación del templo, se refiere al nuevo culto. El nuevo grupo que nace entorno
a Jesús se encamina a un nuevo culto, es una novedad absoluta el acontecimiento
Cristo Jesús. Se trata de un nuevo orden religioso. El templo era el centro de la
vida de los judíos, era lo que más los representaba como pueblo de Dios. Texto
importante, ya que es narrado por los cuatro evangelistas, con sus diferencias.
Mientras los Sinópticos colocan este acontecimiento al final de la vida de Jesús, la
última semana, porque oficialmente no había estado en esta ciudad, y que será
motivo de acusación durante el juicio, una de las causas de su muerte (cfr.
Mc.14,57-58; Mt.26,60-62), Juan, en cambio, lo coloca al comienzo de su
ministerio, dando ha entender la superación de lo antiguo por la novedad del
acontecimiento Jesucristo. El evangelista responde a su programa de narraciones
donde quiere destacar la superación del Antiguo Testamento y del judaísmo, por
nuevas realidades. Su evangelio se encamina hacia unas bodas, alianza nupcial, y
hacia un nuevo templo, nuevo estilo de relacionarse con Dios. Este nuevo culto está
destinado a todos lo hombres, tanto al judío (cfr. Jn.3,1ss), al samaritano
(Jn.4,1ss) y al pagano (cfr. Jn. 4,46-54). Se trata de un culto llamado a ser
universal, casa de oración, para todas las gentes (cfr. Mc.11, 17). Jesús no concibe
que el sacrificio de animales tenga que ver con el culto al Padre, por ello pide no
convertir el templo en un mercado (v.16). La nueva comunidad, no reconoce en ese
culto lo que el Padre exige, por ello Jesús se lo explica a la samaritana, Dios quiere
un culto en espíritu y en verdad, la naturaleza de la verdadera adoración a Dios
(cfr. Jn. 4,23). El verdadero culto, es el espíritu filial es la actitud sacrificial. Claves
para comprender la escena tenemos a Jesús con un látigo en las manos, expulsa a
los cambistas y mercaderes, es decir, ni el dinero ni los animales tienen que ver con
el verdadero culto. El látigo más que para herir, era símbolo de dolor de los tiempos
mesiánicos, para fustigar los vicios y malas prácticas. El gesto de Jesús, habla de
una señal trasparente de su mesianismo que se revela a todos en el templo, se
cumple que en el día del Señor, ya no habrá más mercaderes en el templo (cfr.
Zac.21, 4). “Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de
mercado.» (v. 16). Esta es una alusión clara a lo dicho por Zacarías, Jesús está
cumpliendo esta palabra, es el día del Señor que se acerca, con este gesto de
purificación. Él es el Hijo que viene a la casa del Padre. Este gesto de Jesús provocó
una comprensin nueva en los apstoles de lo que veían sus ojos: “Sus discípulos
se acordaron de que estaba escrito: El celo por tu Casa me devorará.” (v. 17; cfr.
Sal. 69, 9), es el salmo de los justos que sufren injustamente en el AT. Quizás el
evangelista quiere insinuar que el templo de Jerusalén era un verdadero banco, o
cueva de ladrones como señalan los sinópticos (cfr. Mt.21,13; Jr.7,11), donde se
olvidaba la justicia y la humanidad. Si la Casa de Dios se ha convertido en un
mercado, entonces ya no tiene sentido, desde la perspectiva que Jesús tiene del
culto al Padre, como la higuera que manda secar, aquí son los sacrificios los que ya
no tienen ningún sentido. A Dios no se le compra. Finalmente Jesús lanza una
imprecacin: “Los judíos entonces le replicaron diciéndole: «¿Qué seal nos
muestras para obrar así?» Jesús les respondió: «Destruid este Santuario y en tres
días lo levantaré.» (v.18). Jesús ante tal actitud exige una respuesta, se declara a
sí mismo el verdadero templo (v.14). Los interlocutores de Jesús, entienden sus
palabras literalmente. Jesús hablaba del templo de su cuerpo, que la resurrección
hizo comprender, con luz nueva, este pasaje en la memoria de los discípulos. Todo
el culto del Templo tiene ahora un nuevo centro de interés: Jesucristo. ÉL es el
verdadero templo de Dios, lugar de encuentro entre el hombre y Dios. Al final,
quedará únicamente el Cristo glorioso, resucitado. Sólo desde el significado de esta
realidad, se puede ofrendar un verdadero culto a Dios. A pesar de que creyeron al
Mesías, Jesús conocía lo que pensaban en su interior (v. 25). Jesús quiere
manifestar el sentido más profundo del templo, lugar donde habita Dios y su
revelación, sólo desde ella, esa palabra que sale de Jesús, Dios se da a conocer.
Esta palabra provoca una intimidad, más allá de la aceptación de la palabra, una
intimidad casi de piel con ÉL, porque para acercarse a Dios, hay que acercarse a
Jesús, introducirse en ÉL, como hacía el creyente al entrar en la tienda y luego al
templo. Es su cuerpo destruido con lo que Jesús construye otro templo, el de su
cuerpo resucitado; el de Jerusalén, ya no tiene sentido, es más, será destruido por
los romanos. Jesús es el nuevo espacio de la presencia de Dios como Crucificado,
Resucitado y Glorificado. Jesús es el nuevo Sancta Sanctórum, morada y nueva
tienda del encuentro. El verdadero culto, será en espíritu y en verdad, en el Espíritu
Santo, y en la Verdad que es Jesucristo (cfr. Jn.14,17). Será el Cristo glorioso, el
nuevo espacio de culto al eterno Padre. En esta Cuaresma Jesús renueva su
misterio Pascual por nosotros, hagámoslo nuestro y vivámoslo en profundidad, para
nos purifique de todo lo que no es Dio en nuestra vida, y comencemos de nuevo
nuestro itinerario de conversión.
Santa Teresa de Jesús une admirablemente la vida espiritual o de oración y la
santidad de la Iglesia, porque ella está al servicio de la comunidad eclesial. La
oracin del Carmelo es por y para la Iglesia. “Porque me he alargado mucho en
decir esto en otras partes, no lo diré aquí. Sólo quiero que estéis advertidas que,
para aprovechar mucho en este camino y subir a las moradas que deseamos, no
está la cosa en pensar mucho, sino en amar mucho; y así lo que más os despertare
a amar, eso haced. Quizá no sabemos qué es amar, y no me espantaré mucho;
porque no está en el mayor gusto, sino en la mayor determinación de desear
contentar en todo a Dios y procurar en cuanto pudiéremos no le ofender y rogarle
que vaya siempre adelante la honra y gloria de su Hijo y el aumento de la Iglesia
católica. Estas son las señales del amor, y no penséis que está la cosa en no pensar
otra cosa, y que, si os divertís un poco, va todo perdido.” (4 Moradas 1,7).