Comentario al evangelio del Martes 13 de Marzo del 2012
Se nos olvida a menudo: lo que procede no es que tengamos una idea de Dios y tratemos de ver en qué
medida Jesús y su palabra se ajustan a ella. No, ¡a Dios le hemos conocido en Jesús! Por eso toda
experiencia de discipulado, de aceptación del Evangelio, supone ir renunciando a ideas previas sobre
Dios, el ser humano, la vida, e ir acogiendo lo que Jesús vive, enseña, representa y propone. El rey de
la parábola perdona toda la deuda; Jesús invita a perdonar setenta veces siete. Pero, ¿no será mejor
dosificar el perdón no vaya a ser que los pecadores se acostumbren a ese perdón barato?, ¿no
convendrá ser menos drástico e ir poco a poco?
La misericordia se ríe del juicio, dice la carta de Santiago. Es un misterio, pero el Justo es sobre todo
Misericordioso. No hay que comprarle a base de méritos o conquistas; hay que responder a su amor.
No hay que enseñarle a ser Dios; hay que aceptar su libérrima voluntad. Ya no hacen falta ni príncipes
ni profetas ni jefes, ni holocaustos ni sacrificios. Él sabe de sobra qué desea hacer y cómo. Y, como
recordaban las lecturas de hace dos domingos, el que no se reservó ni a su propio Hijo, ¿no nos dará
todo con él? (Rm 8, 32).
Acojamos la Palabra, demos gracias, y volvamos a la vida: nos han perdonado mucho; no podemos
estrangular a quien sólo nos debe cien denarios.
Pedro Belderrain, cmf