EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Sábado de la segunda semana de Cuaresma
Libro de Miqueas 7,14-15.18-20.
Apacienta con tu cayado a tu pueblo, al rebaño de tu herencia, al que vive solitario
en un bosque, en medio de un vergel. ¡Que sean apacentados en Basán y en
Galaad, como en los tiempos antiguos!
Como en los días en que salías de Egipto, muéstranos tus maravillas.
¿Qué dios es como tú, que perdonas la falta y pasas por alto la rebeldía del resto de
tu herencia? El no mantiene su ira para siempre, porque ama la fidelidad.
El volverá a compadecerse de nosotros y pisoteará nuestras faltas. Tú arrojarás en
lo más profundo del mar todos nuestros pecados.
Manifestarás tu lealtad a Jacob y tu fidelidad a Abraham, como juraste a nuestros
padres desde los tiempos remotos.
Salmo 103(102),1-2.3-4.9-10.11-12.
De David.
Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga a su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios.
El perdona todas tus culpas
y cura todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura;
no acusa de manera inapelable
ni guarda rencor eternamente;
no nos trata según nuestros pecados
ni nos paga conforme a nuestras culpas.
Cuanto se alza el cielo sobre la tierra,
así de inmenso es su amor por los que lo temen;
cuanto dista el oriente del occidente,
así aparta de nosotros nuestros pecados.
Evangelio según San Lucas 15,1-3.11-32.
Todos los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo.
Los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: "Este hombre recibe a los
pecadores y come con ellos".
Jesús les dijo entonces esta parábola:
Jesús dijo también: "Un hombre tenía dos hijos.
El menor de ellos dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de herencia que me
corresponde'. Y el padre les repartió sus bienes.
Pocos días después, el hijo menor recogió todo lo que tenía y se fue a un país
lejano, donde malgastó sus bienes en una vida licenciosa.
Ya había gastado todo, cuando sobrevino mucha miseria en aquel país, y comenzó
a sufrir privaciones.
Entonces se puso al servicio de uno de los habitantes de esa región, que lo envió a
su campo para cuidar cerdos.
El hubiera deseado calmar su hambre con las bellotas que comían los cerdos, pero
nadie se las daba.
Entonces recapacitó y dijo: '¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en
abundancia, y yo estoy aquí muriéndome de hambre!
Ahora mismo iré a la casa de mi padre y le diré: Padre, pequé contra el Cielo y
contra ti;
ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros'.
Entonces partió y volvió a la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos, su
padre lo vio y se conmovió profundamente; corrió a su encuentro, lo abrazó y lo
besó.
El joven le dijo: 'Padre, pequé contra el Cielo y contra ti; no merezco ser llamado
hijo tuyo'.
Pero el padre dijo a sus servidores: 'Traigan en seguida la mejor ropa y vístanlo,
pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies.
Traigan el ternero engordado y mátenlo. Comamos y festejemos,
porque mi hijo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y fue
encontrado'. Y comenzó la fiesta.
El hijo mayor estaba en el campo. Al volver, ya cerca de la casa, oyó la música y
los coros que acompañaban la danza.
Y llamando a uno de los sirvientes, le preguntó que significaba eso.
El le respondió: 'Tu hermano ha regresado, y tu padre hizo matar el ternero
engordado, porque lo ha recobrado sano y salvo'.
El se enojó y no quiso entrar. Su padre salió para rogarle que entrara,
pero él le respondió: 'Hace tantos años que te sirvo sin haber desobedecido jamás
ni una sola de tus órdenes, y nunca me diste un cabrito para hacer una fiesta con
mis amigos.
¡Y ahora que ese hijo tuyo ha vuelto, después de haber gastado tus bienes con
mujeres, haces matar para él el ternero engordado!'.
Pero el padre le dijo: 'Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo.
Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a
la vida, estaba perdido y ha sido encontrado'".
Comentario del Evangelio por
Beato Juan Pablo II
Exhortación Apostólica « Reconciliatio et paenitentia », § 5-6 (trad.
©Libreria Editrice Vaticana)
«Un hombre tenía dos hijos»
El hombre —todo hombre— es este hijo pródigo: hechizado por la tentación
de separarse del Padre para vivir independientemente la propia existencia; caído en
la tentación; desilusionado por el vacío que, como espejismo, lo había fascinado;
solo, deshonrado, explotado mientras buscaba construirse un mundo todo para sí;
atormentado incluso desde el fondo de la propia miseria por el deseo de volver a la
comunión con el Padre. Como el padre de la parábola, Dios anhela el regreso del
hijo, lo abraza a su llegada y adereza la mesa para el banquete del nuevo
encuentro, con el que se festeja la reconciliación.
Pero la parábola pone en escena también al hermano mayor que rechaza su
puesto en el banquete. Este reprocha al hermano más joven sus descarríos y al
padre la acogida dispensada al hijo pródigo mientras que a él, sobrio y trabajador,
fiel al padre y a la casa, nunca se le ha permitido —dice— celebrar una fiesta con
los amigos. Señal de que no ha entendido la bondad del padre. Hasta que este
hermano, demasiado seguro de sí mismo y de sus propios méritos, celoso y
displicente, lleno de amargura y de rabia, no se convierta y no se reconcilie con el
padre y con el hermano, el banquete no será aún en plenitud la fiesta del encuentro
y del hallazgo. El hombre —todo hombre— es también este hermano mayor. El
egoísmo lo hace ser celoso, le endurece el corazón, lo ciega y lo hace cerrarse a los
demás y a Dios.
La parábola del hijo pródigo es, ante todo, la inefable historia del gran amor
de un padre... Al evocar en la figura del hermano mayor el egoísmo que divide a los
hermanos entre sí, se convierte también en la historia de la familia humana. En ella
se describe la situación de la familia humana dividida por los egoísmos, arroja luz
sobre las dificultades para secundar el deseo y la nostalgia de una misma familia
reconciliada y unida; reclama por tanto la necesidad de una profunda
transformación de los corazones y el descubrimiento de la misericordia del Padre y
de la victoria sobre la incomprensión y las hostilidades entre hermanos.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”