Lectio Divina: III Domingo de Cuaresma, Ciclo B
Autor: P. Chuno, C.M.
LA PALABRA HOY: Éxodo 20,1-17; Salmo 18; 1 Corintios 1,22-25; Juan 2,13-25
Ambientación: Cruz, velas de diferentes tamaños, algunas apagadas, otras
encendidas; ladrillos de cartulina con los nombres de los participantes.
Cantos sugeridos: Juntos cantando la alegría, Iglesia soy
Ambientación:
Frente a un legalismo estéril e inhumano, Jesús proclama una nueva ley que tiene
como centro la voluntad del Padre y un nuevo templo que es su cuerpo resucitado.
Iluminados por el texto de hoy, reflexionemos sobre las consecuencias que este
nuevo templo tiene para nuestro culto y nuestra vida de fe.
Oración inicial
En tu Palabra de vida, oh Padre,
Nos has mostrado el camino hacia ti…
En tus preceptos encontramos el camino luminoso
hacia tu casa.
Ahora te pedimos:
refuerza nuestra fidelidad a tus preceptos,
transforma nuestro pensamiento y acciones
según tu ley de santidad,
acrecienta nuestra sinceridad ante tu palabra…
De manera que tu paso por nuestra vida
encuentre un corazón dispuesto,
un lugar para la morada de tu gloria,
un templo digno de tu presencia,
hombres nuevos y mujeres nuevas
dispuestos a cumplir el resumen de toda ley:
el mandamiento del amor-caridad.
AMÉN.
I. Lectio: ¿Qué me dice el texto?
Jn 2, 13-25
Motivación: El templo de Jerusalén era el centro de la vida judía; era el lugar de la
experiencia religiosa, del cumplimiento de los preceptos del buen devoto, y por
tanto todo giraba a su alrededor. En ese contexto, hoy Jesús se muestra firme, y
anuncia a un Dios que no se ajusta a nuestros esquemas y que más allá de eso,
anuncia su promesa de resucitar, de estar siempre con nosotros, y de recordarnos
que ha tomado carne para no quedarse encerrado en las cuatro paredes del templo.
Escuchemos:
Forma de leerlo:
Proclamar el texto en voz alta (todos de pie).
Cada uno puede leer en voz alta el versículo que más le llamó la atención
(sentados).
Preguntas para la lectura:
¿Por qué motivo va Jesús al Templo?
¿Con qué realidad se encuentra?
¿Qué gesto realiza Jesús en el templo? ¿qué quiere mostrar con ello?
¿Cómo reaccionan los discípulos? ¿cómo reaccionan los judíos? ¿Qué es lo que
dicen?
¿Qué responde Jesús? ¿Qué explicaciones añade el evangelista Juan?
Otros textos bíblicos para confrontar: Mt 21,12-13; Mc 11,15-17; Lc 19,45-46.
II: Meditatio: ¿Qué me dice? ¿Qué nos dice el texto?
Motivación: Algunos consideran que la actitud de Jesús en el templo fue violenta.
Otros se preguntan si no reaccionaría hoy de la misma manera ante muchas
realidades de nuestra Iglesia, de nuestras parroquias, de nuestra comunidad, de
nuestras familias cristianas, de cada uno de nosotros, sus seguidores.
¿Es Jesús y su mensaje el centro de nuestro culto? ¿Qué deberíamos “purificar” en
nuestras celebraciones?
El gesto profético de Jesús revela su celo por hacer la voluntad del Padre. ¿Qué
actitudes concretas me invita a tomar?
¿Descubro constantemente que mi comunidad es “templo de Dios” en Cristo Jesús?
¿Qué cosas hacen perder credibilidad a la Iglesia o a mi comunidad? Yo, ¿qué
puedo hacer al respecto?
¿Qué deberíamos cambiar en nuestras vidas para que nuestras comunidades sean
más coherentes y vivas?
Luego de un tiempo de meditación personal, compartimos con sencillez nuestra
reflexión, lo que el texto ME dice a mi propia realidad y situación personal.
III: Oratio: ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?
Motivación: El gesto simbólico de Jesús y sus palabras siguen siendo actuales. Es
el momento de escucharle y expresar con confianza todo lo que nos ha sugerido la
lectura y meditación de este pasaje.
Cada participante menciona alguna actitud que debe ser prurificada para
convertirse en piedra viva de la Iglesia. La asamblea responde: “Ayúdanos, Seor,
en la construccin de tu Reino”
Se puede, también, recitar el salmo responsorial que corresponde a este domingo
(Salmo 18).
IV. Contemplatio: ¿Qué me lleva a hacer el texto?
Motivación: Los mandamientos son las diez palabras que Dios pronunció en el
Sinaí y en el corazón del hombre. Las diez se reducen a una, a AMAR: amar a Dios,
sentir su amor, confiar en él, cumplir su voluntad y amar al prójimo porque le ama
Dios, porque Dios es amor. Para san Vicente, ese es el centro de nuestra vocación:
Por tanto, nuestra vocación consiste en ir, no a una parroquia, ni sólo a una
diócesis, sino por toda la tierra; ¿para qué? Para abrazar los corazones de todos los
hombres, hacer lo que hizo el Hijo de Dios, que vino a traer fuego a la tierra para
inflamarla de su amor. ¿Qué otra cosa hemos de desear, sino que arda y lo
consuma todo? Mis queridos hermanos, pensemos un poco en ello, si les parece. Es
cierto que yo he sido enviado, no sólo para amar a Dios, sino para hacerlo amar. No
me basta con amar a Dios, si no lo ama mi prójimo. He de amar a mi prójimo,
como imagen de Dios y objeto de su amor, y obrar de manera que a su vez los
hombres amen a su Creador, que los conoce y reconoce como hermanos, que los
ha salvado, para que con una caridad mutua también ellos se amen entre sí por
amor de Dios, que los ha amado hasta el punto de entregar por ellos a la muerte a
su único Hijo… (XI, 553-554)
Compromiso de la semana : Examinar nuestra vida personal y comunitaria sobre
la base de la Ley del Señor (Salmo 18), fuente de verdad y luz para nuestro
caminar.
Amar es cumplir la ley entera. Expresarlos en alguna acción concreta.
Oración final
Señor, te pedimos la gracia de tu Espíritu Santo,
para que nos purifique interiormente,
para que seamos auténticos y transparentes,
para que seamos veraces y sinceros,
para que te tengamos presente en todo momento,
para que vivamos tus enseñanzas,
para que sepamos actuar como Tú,
para que podamos tener tus sentimientos,
para que transmitamos amor y caridad,
para que vivamos la vida nueva
que Tú nos has venido a traer
y que Tú nos la das.
Haz Señor que te sigamos,
que te imitemos y nos identifiquemos contigo,
actuando y siendo como Tú.
Que así sea.
Con permiso de somos.vicencianos.org