Ciclo B. IV Domingo de Cuaresma
Pedro Guillén Goñi, C.M.
San Juan centra su mensaje en el evangelio de este IV domingo de Cuaresma, cuyo
marco escénico es el diálogo que Jesús sostiene con Nicodemo, en tres ejes
fundamentales de la vida de un cristiano: la vida, el amor y la luz.
Dios nos otorga la vida gratuitamente, nos sostiene y nos protege con su
providencia infinita, nos acoge y nos prepara una mansión definitiva y, por lo tanto,
debemos estar en una permanente actitud de acción de gracias por todos los bienes
y dones recibidos. Si analizamos nuestras propias experiencias nos daremos cuenta
que la vida nos ofrece múltiples momentos para sentir con gozo la presencia de
Dios en medio de nosotros. Incluso en esas situaciones difíciles de explicar
humanamente: el mal en el mundo, la enfermedad de un niño, el éxito de los
culpables, la injusticia y falta de paz entre los hombres… la sombra de Cristo
Redentor da un nuevo impulso a nuestro diario vivir marcado por un futuro desde la
esperanza y el optimismo. Nos corresponde a cada uno amar la vida, defender la
vida desde la gestación hasta misma muerte, dar vida a los que se encuentran a
nuestro lado especialmente a los más necesitados.
La acción fundamental de Dios y de Jesús es el amor.
”Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único” ( Jn. 3,16) para que se
entregue a todos en la cruz por amor. Asumir el sacrificio y el sufrimiento por amor
es la garantía fundamental de la purificación y el compromiso para vivir la esencia
de nuestras relaciones interpersonales. ¿Es el amor la orientación fundamental de
nuestra vida y el camino concreto por el que transcurre nuestra existencia?. Esta
forma de concebir el amor no es mero sentimiento y afecto aunque ayuden a
sensibilizarnos y a tomar conciencia de nuestra orientación hacia los demás. Es la
decisión y acción de entrega al otro siguiendo el ejemplo de Jesucristo que se
entrega todo entero hasta la misma muerte. Amor y vida se interrelacionan.
Nuestro amor, ¿busca dar vida? ¿Ayudamos a engendrar vida verdadera en los
otros?. En el marco de la Cuaresma, tiempo de conversión y de evaluación interior,
examinemos nuestras relaciones personales, familiares, laborales desde esta
perspectiva.
Cristo es la luz. Es verdadero Dios y verdadero hombre e ilumina con su luz a los
que quieren ver; fortalece con su propia vida a los que creen en Él; guía con su
Espíritu especialmente a los
pobres que abren su corazón en busca de su salvación. Así lo expresa el evangelista
San Juan en sus escritos. Luz que ilumine nuestra vida y que, consumiéndose poco
a poco, se irradie en presencia y testimonio ante los demás.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)