Nada puedo hacer por mí mismo.
(2012-03-21)
Evangelio
Del santo Evangelio según san Juan 5, 17-30
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos (que lo perseguían por hacer curaciones en
sábado): «Mi Padre trabaja siempre y yo también trabajo». Por eso los judíos
buscaban con mayor empeño darle muerte, ya que no sólo violaba el sábado, sino
que llamaba Padre suyo a Dios, igualándose así con Dios.
Entonces Jesús les habló en estos términos: «Yo les aseguro: El Hijo no puede
hacer nada por su cuenta y sólo hace lo que le ve hacer al Padre; lo que hace el
Padre también lo hace el Hijo. El Padre ama al Hijo y le manifiesta todo lo que
hace; le manifestará obras todavía mayores que éstas, para asombro de ustedes.
Así como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo de la
vida a quien él quiere dársela. El Padre no juzga a nadie, porque todo juicio se lo ha
dado el Hijo, para que todos honren al Hijo, como honran al Padre. El que no honra
al Hijo tampoco honra al Padre.
Yo les aseguro que, quien escucha mi palabra y cree en el que me envió, tiene vida
eterna y no será condenado en el juicio, porque ya pasó de la muerte a la vida.
Les aseguro que viene la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del
Hijo de Dios, y los que la hayan oído vivirán. Pues así como el Padre tiene la vida
en sí mismo, también le ha dado al Hijo tener la vida en sí mismo; y le ha dado el
poder de juzgar, porque es el Hijo del hombre.
No se asombren de esto, porque viene la hora en que todos los que yacen en la
tumba oirán mi voz y resucitarán: los que hicieron el bien para la vida; los que
hicieron el mal, para la condenación. Yo nada puedo hacer por mí mismo. Según lo
que oigo, juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad
del que me envió». Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor, no permitas que viva mi vida por mi cuenta. Ilumina mi oración para que tu
gracia aumente mi fe, mi esperanza y mi caridad. No quiero terminar esta
Cuaresma con las mismas mediocridades que me alejan del amor.
Petición
Jesús, ayúdame a ser dócil y a vivir de acuerdo a tu mandamiento del amor .
Meditación
Nada puedo hacer por mí mismo.
«Permitidme también que os recuerde que seguir a Jesús en la fe es caminar con Él
en la comunión de la Iglesia. No se puede seguir a Jesús en solitario. Quien cede a
la tentación de ir “por su cuenta” o de vivir la fe según la mentalidad individualista,
que predomina en la sociedad, corre el riesgo de no encontrar nunca a Jesucristo, o
de acabar siguiendo una imagen falsa de Él.
Tener fe es apoyarse en la fe de tus hermanos, y que tu fe sirva igualmente de
apoyo para la de otros. Os pido, queridos amigos, que améis a la Iglesia, que os ha
engendrado en la fe, que os ha ayudado a conocer mejor a Cristo, que os ha hecho
descubrir la belleza de su amor. Para el crecimiento de vuestra amistad con Cristo
es fundamental reconocer la importancia de vuestra gozosa inserción en las
parroquias, comunidades y movimientos, así como la participación en la Eucaristía
de cada domingo, la recepción frecuente del sacramento del perdón, y el cultivo de
la oración y meditación de la Palabra de Dios» (Benedicto XVI, 21 de agosto de
2011).
Reflexión apostólica
«El verdadero espíritu de cuerpo que lleve a cada miembro a comulgar con los
demás; colaborar con ellos; apoyarlos y ayudarlos en todo lo posible; crear a su
alrededor un clima de aprecio y estima, ponderando sus cualidades, éxitos y
virtudes, y no hablando innecesariamente de sus defectos y deficiencias» (Manual
del miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 322).
Propósito
Buscar participar en un movimiento o asociación católica.
Diálogo con Cristo
Señor Jesús, gracias por el don de mi bautismo que me hizo miembro de tu Iglesia.
Gracias por llamarme al Movimiento Regnum Christi como un medio para crecer en
el amor. Me llamas a ser un gran santo y eso no lo podré lograr en solitario. Te
necesito primeramente a Ti, y luego a todos mis hermanos en la fe.
«Debemos estar incondicionalmente disponibles para ayudar y alentar a los demás,
a pesar de que tal vez, también nosotros estemos necesitados de ese ánimo y de
esa ayuda; y esto en virtud de que todos formamos un mismo cuerpo»
( Cristo al centro , n. 392).