Comentario al evangelio del Miércoles 28 de Marzo del 2012
El texto de Juan es muy severo. El enfrentamiento se va recrudeciendo porque los judíos (en realidad
los dirigentes judíos, quiere decir Juan) no son capaces de reconocer a Jesús, ni verlo como un enviado
del Padre.
Hay dos cosas que me llaman la atención en el texto:
“La verdad os hará libres”. Es una frase que sirve para una vida entera. La verdad como aquello que
nos propicia vivir en autenticidad, o como la que transparenta nuestra esencia. Somos libres, sí, pero a
través de un arduo proceso de búsqueda. Somos libres, pero como fin de una carrera, en la que nos
vamos buscando por dentro de nosotros mismos, a ver si nos hallamos auténticos. Somos libres no
como premisa, sino como conclusión. La búsqueda de la verdad como una auténtica pasión, como la
carta que nos dará el triunfo. Cuando hay tanta mentira, tanta imagen que empaña la verdad, tanta
propaganda que oculta, tanta mentira piadosa…la verdad como bandera.
“…si Dios fuera de verdad vuestro Padre”. La paternidad divina. Qué hermoso atributo dejó Dios de
sí mismo. No es un invento, una energía. No es un descubrimiento filosófico frío, no es un Dios
sentado en un trono distante. Dios es el Padre. Se conmueve, se inclina, se preocupa. Cambia. Esto no
podía entrar en la filosofía de la época, por eso era un escándalo. Pero el Dios de Jesús quiere seguir
paseando con el hombre, quiere acercarlo a Él. No con una voluntad malévola, o con el interés de
condenarlo. Jesús es la expresión de este cariño y esta ternura.
Pero los judíos no entendían nada. Estaban anclados en sus verdades. Cerrados en sus conceptos. Bien
podría pasarnos a nosotros. Bien podría sucedernos que anduviéramos despistados, sin reconocer a
Dios como Padre, y a los hombres como hermanos. Bien podría pasar que Jesús no fuera para nosotros
un rostro claro de Dios, y no anduviéramos tras sus pasos. Por eso este texto. Para que, de forma cruda,
caigamos en la cuenta. No vaya a ser que digamos que ya estamos salvados por el hecho de pertenecer
a un grupo. Nada de eso. La auténtica conversión pasa por reconocer Jesús como verdad, eso nos hará
libres
Pedro Barranco