Me amó hasta el extremo
Una semana diferente. Tiene un sello único: El amor. Un amor cuestionante,
apasionante. ¡Es semana santa! Todos los días pueden ser santos y, lo son.
Pero en esta semana algo toca mi vida, la alumbra, la deslumbra: Un Dios
que me ama hasta el extremo. Y ese extremo último se llama Cruz, pero
también Resurrección.
Isaías comienza previniéndonos que “abramos el oído”. No se puede perder
ningún detalle en estos días, ningún eco puede quedar sin resonancia. Debo
estrenar mi condición de discípulo/a, debo intuir en lo más hondo, que “vivir
es aprender a amar”, que el secreto íntimo está en ponerle a la andadura
corazón.
Pablo nos describe con pinceladas gruesas el abismo del amor: Un Dios que,
sin dejar su cultura divina, asume toda la cultura humana, su lenguaje, su
dolor, su pasión. Toda la historia llega hasta Él y toma su ritmo en Él. Toda
ella será historia de salvación. Y en Cristo tendrá su meta, pero también su
origen. Es Dios con nosotros.
La lectura de la Pasión revierte en nosotros todo su potencial salvífico. En
su dramatismo, transforma nuestras vidas liberándolas de toda escoria de
pecado y abriéndonos el camino de la nueva vida. Una mirada al Cristo de
la Pasión nos deja absortos, también radiantes, exultantes: Sabemos que
todo es por amor, porque me ama, te ama, nos ama. Y nos amó hasta el
extremo de la Cruz.
Cochabamba 01.04.12
jesús e. osorno g. mxy
jesús.osornog@gmail.com