Semana Santa
Con permiso de dominicos.org
Miercoles Santo
"¿Qué estáis dispuestos a darme si os lo entrego?"
I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro de Isaías 50,4-9a
Mi Señor me ha dado una lengua de iniciado, para saber decir al abatido una
palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como
los iniciados. El Señor me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás: ofrecí la
espalda a los que me apaleaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no
me tapé el rostro ante ultrajes ni salivazos. El Señor me ayuda, por eso no
sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no
quedaría defraudado. Tengo cerca a mi defensor, ¿quién pleiteará contra mí?
Comparezcamos juntos. ¿Quién tiene algo contra mí? Que se me acerque. Mirad,
el Señor me ayuda, ¿quién me condenará?
Sal 68, 8-10. 21-22. 31 y 33-34 R. Señor, que me escuche tu gran bondad el día
de tu favor.
Por ti he aguantado afrentas, la vergüenza cubrió mi rostro. Soy un extraño para
mis hermanos, un extranjero para los hijos de mi madre; porque me devora el
celo de tu templo, y las afrentas con que te afrentan caen sobre mi. R La afrenta
me destroza el corazón, y desfallezco. Espero compasión, y no la hay;
consoladores, y no los encuentro. En mi comida me echaron hiel, para mi sed
me dieron vinagre. R. Alabaré el nombre de Dios con cantos, proclamaré su
grandeza con acción de gracias. Miradlo, los humildes, y alegraos, buscad al
Señor, y revivirá vuestro corazón. Que el Señor escucha a sus pobres, no
desprecia a sus cautivos. R.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 26, 14-25
En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado judas Iscariote, fue a los sumos
sacerdotes y les propuso: - «¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?»
Ellos se ajustaron con él en treinta monedas. Y desde entonces andaba buscando
ocasión propicia para entregarlo. El primer día de los Ázimos se acercaron los
discípulos a Jesús y le preguntaron: - «¿Dónde quieres que te preparemos la
cena de Pascua?» Él contestó: - «ld a la ciudad, a casa de Fulano, y decidle: "El
Maestro dice: Mi momento está cerca; deseo celebrar la Pascua en tu casa con
mis discípulos."» Los discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y
prepararon la Pascua. Al atardecer se puso a la mesa con los Doce. Mientras
comían dijo: - «Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar.» Ellos,
consternados, se pusieron a preguntarle uno tras otro: - «¿Soy yo acaso,
Señor?» Él respondió: - «El que ha mojado en la misma fuente que yo, ése me
va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él; pero, ¡ay del
que va a entregar al Hijo del hombre!; más le valdría no haber nacido.»
Entonces preguntó judas, el que lo iba a entregar: - «¿Soy yo acaso, Maestro?»
Él respondió: - «Tú lo has dicho.»
II. Oramos con la Palabra
CRISTO JESÚS: ni siquiera cuando descubres la identidad del apóstol traidor
reacciona Judas y reconoce a tiempo su error. Luego será demasiado tarde,
especialmente porque ya nada esperaba de ti, su Señor y su Salvador. Es de
noche: en la calle y en el corazón del traidor. ¡Líbrame de apartarme a ciegas de
ti, que eres la luz del mundo y de mi vida.
Esta oración está incluida en el libro: Evangelio 2011 de
EDIBESA.
III. Compartimos la Palabra
Estamos ya a las puertas del Triduo Pascual. La liturgia en este miércoles santo
nos propone como primera lectura, una bellísima lectura del profeta Isaías, como
prefacio a al Evangelio.
El profeta Isaías muestra sus dificultades en la vida, pero también donde
encuentra su fuerza, cuál es su punto de apoyo. Isaías se reconoce a sí mismo,
como un iniciado, como uno más entre los hijos de Israel, pero YHWH ha querido
hacer de él, un signo de su voluntad. El Señor YHWH le ha dado la lengua, ¿para
qué? Para poder decir una palabra al que está abatido. El Señor le ha dado el
oído, ¿para qué? para que escuche su Palabra, la Palabra de Dios. El Señor le ha
abierto el corazón y la inteligencia, ¿para qué? para que pueda entender y llevar
a obra la Palabra que le va a decir el Seor. En razn de esto, Isaías ofreci… su
espalda, su mejilla, su rostro…. No se ocult a la hora de presentar el mensaje
de Dios. En medio de la desesperación, mientras sufría los insultos y los golpes,
el Señor le asistió, le ayudó, le sirvió de apoyo. Dios no interviene directamente
librando, rompiendo el correr de la historia… la presencia de Dios siempre es
respetuosa con todo, la presencia de Dios acepta la realidad, la presencia de
Dios es alcázar, es roca de apoyo, palabra de aliento.
El pasaje evangélico nos presenta la primera parte de la Última Cena, según
Mateo, que se leerá mañana, Jueves Santo. Jesús y sus discípulos se encuentran
en Jerusalén para celebrar la Pascua. ¿Dónde celebrarla? Ellos no son de allí, son
del norte de Israel, no tienen una casa, no están con sus familias… Por ello, los
discípulos le preguntan a Jesús: ¿Dnde cenaremos y celebraremos la “noche de
Pascua”? Jesús se acuerda de un conocido que tiene un lugar para celebrar la
Pascua. Hechos todos los preparativos, cuando estaban cenanado, Jesús les
espeta a sus discípulos: “Uno de vosotros me entregará” El caos, la confusin de
nuevo reina entre los discípulos: ¿y ahora qué pasa? En estas palabras de Jesús
se oye un eco de solemnidad, pero se oye sobre todo un eco de paz. No tiene
miedo, sabe que el Padre lo acompaña, lo apoya. Sabe que el Padre está con Él.
Lo extremo de esta traición de Judas es que Dios la convertirá en promesa de
plenitud de Vida en Jesucristo. Hasta de la traición nuestro Dios es capaz de
sacar Vida.
Las lecturas de este miércoles santo nos dejan una certeza que el profeta Isaías
nos dice en la primera lectura: ¿Quién será mi rival, si tengo a Dios como roca
en la que me apoyo? La fe en Dios no da esa confianza de que estamos en
buenas manos, de que por mucho sufrimiento que pasemos, por mucho mal que
podamos sufrir… Él, Dios se encuentra detrás de nosotros, recogiéndonos las
lágrimas, secándonos el sudor y diciéndonos: No temas que Yo estoy contigo.
Fray José Rafael Reyes González
Convento de San Clemente - Roma