Comentario al evangelio del Miércoles 11 de Abril del 2012
Queridos amigos y amigas:
Camino de la finca, los discípulos de Emaús hicieron la experiencia del paso de la oscuridad a la luz,
de la ceguera a la visión, de la distracción al reconocimiento. Vivieron una catequesis y una
experiencia de fe en la nueva presencia de Cristo. “A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron.
Pero el desapareció”. El camino, la conversación, la explicación de la Escritura, el bendecir y
compartir el pan, han sido los elementos de la cristolofanía. El final verifica la convicción
fundamental: “Era verdad, ha resucitado y se ha aparecido a Simón”. A la inversa, la Eucaristía es un
sacramento pascual; los discípulos lo reconocen al partir el pan.
El milagro del “lisiado de nacimiento” muestra la eficacia vitalizadora del Resucitado por medio de
sus testigos. Los discípulos son portadores del poder del Resucitado. Hablan en su nombre, curan en
su nombre: “en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar”. Y echó a andar dando brincos y
alabando a Dios.
El tipo de curación tiene un alto significado simbólico. El Resucitado hace mover al paralítico que
somos cada uno de nosotros. Nos cura de nuestras parálisis. Nos pone en movimiento, nos hace saltar y
alabar a Dios. La fe en el Resucitado aporta una forma de vida nueva.
Y eso hay que celebrarlo, agradecerlo, contarlo anunciarlo. Es la gran maravilla que Dios ha hecho en
nuestra historia. Y que sigue haciendo con nosotros.
Bonifacio Fernandez, cmf