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Día litúrgico: Miércoles de la octava de Pascua
Texto del Evangelio ( Lc 24,13-35): Aquel mismo día iban dos de ellos a un
pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban
entre sí sobre todo lo que había pasado. Y sucedió que, mientras ellos conversaban
y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban
retenidos para que no le conocieran (…).
Al acercarse al pueblo a donde iban, Él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos
le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha
declinado». Y entró a quedarse con ellos. Y sucedió que, cuando se puso a la mesa
con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando.
Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero Él desapareció de su lado.
(…) Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a
los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha
resucitado y se ha aparecido a Simón!». Ellos, por su parte, contaron lo que había
pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.
Comentario: Rev. D. Antoni ORIOL i Tataret (Vic, Barcelona, España)
La Eucaristía, alimento del cristiano
Hoy los discípulos no parten separados, cada uno por su cuenta, sino juntos. Y no
hablan de asuntos ajenos, sino de lo que había acontecido: la pasión y la muerte de
Jesucristo. La comunión de compañía se transfigura y se transforma por una
comunión de recuerdo, que culminará en una comunión de hospitalidad, de
"comensalidad" y, finalmente, de captación interpersonal.
Lo impresionante del caso es que “Jesús compañero” de camino y “Jesús comensal”
no es captado en su verdad última hasta que culmina en “Jesús Eucaristía”, es
decir, hasta que no se da a conocer −¡y a comer! a Sí mismo “al partir el pan”.
Señor Jesús, que continúas y continuarás haciendo en tu Iglesia el gesto de
“partir el pan” hasta el fin de los tiempos, concédenos la gracia de comerte para
"serte" y de "serte" para comerte, a la vez que de "sernos" mutuamente verdaderos
hermanos en la comunión de amor. ¡Amén!
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