Jesús resucitado es mi compañero en el camino.
2012-04-11
Evangelio
Del santo Evangelio según san Lucas 24, 13-35
El mismo día de la Resurrección, iban dos de los discípulos hacia un pueblo llamado
Emaús, situado a unos once kilómetros de Jerusalén, y comentaban todo lo que
había sucedido.
Mientras conversaban y discutían, Jesús se les acercó y comenzó a caminar con
ellos; pero los ojos de los dos discípulos estaban velados y no lo reconocieron. Él
les preguntó: «¿De qué cosas vienen hablando, tan llenos de tristeza?».
Uno de ellos, llamado Cleofás, le respondió: «¿Eres tú el único forastero que no
sabe lo que ha sucedido estos días en Jerusalén?». Él les preguntó: «¿Qué cosa?».
Ellos les respondieron: «Lo de Jesús el nazareno, que era un profeta poderoso en
obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo. Cómo los sumos sacerdotes y
nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron.
Nosotros esperábamos que Él sería el libertador de Israel, y sin embargo, han
pasado ya tres días desde que estas cosas sucedieron. Es cierto que algunas
mujeres de nuestro grupo nos han desconcertado, pues fueron de madrugada al
sepulcro, no encontraron el cuerpo y llegaron contando que se les habían aparecido
unos ángeles, que les dijeron que estaba vivo. Algunos de nuestros compañeros
fueron al sepulcro y hallaron todo como habían dicho las mujeres, pero a Él no lo
vieron».
Entonces Jesús les dijo: «¡Qué insensatos son ustedes y qué duros de corazón para
creer todo lo anunciado por los profetas! ¿Acaso no era necesario que el Mesías
padeciera todo esto y así entrara en su gloria?». Y comenzando por Moisés y
siguiendo con todos los profetas, les explicó todos los pasajes de la Escritura que se
referían a Él.
Ya cerca del pueblo a donde se dirigían, Él hizo como que iba más lejos; pero ellos
le insistieron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque ya es tarde y pronto va a
oscurecer». Y entró para quedarse con ellos. Cuando estaban a la mesa, tomó un
pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y
lo reconocieron, pero Él se les desapareció. Y ellos se decían el uno al otro: «¡Con
razón nuestro corazón ardía, mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba
las Escrituras!».
Se levantaron inmediatamente y regresaron a Jerusalén, donde encontraron
reunidos a los Once con sus compañeros, los cuales les dijeron: «De veras ha
resucitado el Señor y se le ha aparecido a Simón». Entonces ellos contaron lo que
les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. Palabra
del Señor.
Oración introductoria
Gracias, Señor, por buscarme, por no dejarme solo en el camino. Me conoces y
sabes que soy presa fácil del desánimo y del abatimiento y me cuesta mucho
reconocerte en mi oración. Ilumina mi mente y mi corazón para que sepa
descubrirte y experimente esa cercanía que me llena de paz y amor.
Petición
Cristo resucitado, enciende el calor de mi fe y esperanza de tal manera, que en esta
Pascua de resurrección, la vivencia de la caridad sea el distintivo de mi vida.
Meditación
Jesús resucitado es mi compañero en el camino.
«Este drama de los discípulos de Emaús es como un espejo de la situación de
muchos cristianos de nuestro tiempo. Al parecer, la esperanza de la fe ha
fracasado. La fe misma entra en crisis a causa de experiencias negativas que nos
llevan a sentirnos abandonados por el Señor. Pero este camino hacia Emaús, por el
que avanzamos, puede llegar a ser el camino de una purificación y maduración de
nuestra fe en Dios. También hoy podemos entrar en diálogo con Jesús escuchando
su palabra. También hoy, él parte el pan para nosotros y se entrega a sí mismo
como nuestro pan. Así, el encuentro con Cristo resucitado, que es posible también
hoy, nos da una fe más profunda y auténtica, templada, por decirlo así, por el
fuego del acontecimiento pascual; una fe sólida, porque no se alimenta de ideas
humanas, sino de la palabra de Dios y de su presencia real en la Eucaristía»
(Benedicto XVI, 6 de abril de 2008).
Reflexión apostólica
«Jesucristo es, por tanto, fuente de vida e ideal para todo cristiano. A Él lo
encontramos en el Evangelio, en el crucifijo y sobre todo en la eucaristía donde el
cristiano aprende cuánto Dios le ama y cómo desea ser amado por los hombres»
(Manual del miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 148).
Propósito
Hacer una visita a Cristo Eucaristía para reflexionar sobre la Divina Providencia, a
fin de que nunca me decepcione o dude de su Palabra.
Diálogo con Cristo
Cristo has resucitado, estás vivo y caminas conmigo. ¡Qué maravilla! ¡Qué
experiencia! Mi corazón rebosa de gozo y quiero cantar, quiero gritar, quiero
trasmitir a otros esta certeza. No estoy solo, Cristo quiere estar conmigo. Está vivo
en la Eucaristía, esperándome pacientemente. No puedo ser indiferente o pasivo
ante tanto amor, por eso hoy te pido me des la fuerza para correr a compartir con
mi familia, y con los demás, esta Buena Nueva.
«Es señal clara de desaliento el consentir en la idea de que la santidad no está
hecha para nosotros»
( Cristo al centro, n. 1990)