Ciclo B. II Domingo de Pascua o Domingo de la Divina Misericordia, Ciclo B.
Pedro Guillén Goñi, C.M.
El evangelio que nos presenta la liturgia de este segundo domingo de Pascua
contiene toda una pedagogía de encuentro entre el Señor resucitado y sus
discípulos.
A destacar, en primer lugar, el saludo de presentacin por parte del Seor: “Paz a
vosotros”, deseo que en cada Eucaristía recordamos y prometemos a los que están
a nuestro lado. Es más que una mera fórmula repetida, tal vez, por la rutina. Es un
don que queremos tener y ofrecer para alcanzar serenidad de cuerpo y espíritu
para afrontar con madurez los acontecimientos de la vida. El Señor comprendió que
sus discípulos, sumergidos todavía en la confusión, miedo y hasta cierta decepción
en los momentos inmediatamente posteriores a su muerte, sentían necesidad de un
cierto control mental, de apaciguar los ánimos, de llenarse de la fuerza del Espíritu
para afrontar con lucidez su propio presente y los acontecimientos del futuro. Por
eso el Señor les inunda con su gracia para que sean capaces de afrontar con
serenidad y valentía los acontecimientos primeros que se suceden a partir de la
experiencia de su propia resurrección.
Es obvio que la resurrección nos orienta a la esperanza pero, a partir del diálogo
que el Señor sostiene con Tomás en su segunda aparición que nos describe el
evangelio de hoy, el punto de mira debe estar dirigido también a la fe. No les fue
fácil aceptar y creer a los discípulos al Señor resucitado después de la experiencia
dura que vivieron durante su pasión: aquel que habían imaginado como al Mesías
de gloria muere entre tormentos en la cruz. Por eso no es de extrañar la reacción e
Tomás pero cuando Jesús le hace ver que está vivo, que no es una alucinación del
resto de los discípulos cambia totalmente y su duda se transforma en la seguridad
de estar en el camino de Dios. Y a partir de este momento todos se sienten
contagiados por la Luz del Señor que ilumina su adhesión a Él, se sienten unidos en
una misma comunión para realizar en el mundo el Proyecto del Reino y, animados
por la fuerza y el gozo del Espíritu se convierten en testigos y misioneros de la
resurrección. Que lección tan maravillosa para que cada uno de nosotros
asimilemos este ejemplo y la presencia del Señor resucitado transforme también
nuestras vidas hacia ese mismo proceso de amor y fe al Señor.
En este día celebra la Iglesia también la advocacin al “Seor de la Misericordia”.
Buen momento para sentir el gozo del perdón, labondad y la acogida del Señor.
Cristo, marcado por la compasión y la ternura, nos da ejemplo de perdón que es el
cimiento del amor cercano y universal..
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)