“HUMANIZAR NUESTRA CULTURA”
Carta de Monseñor Juan Rubén Martínez, Obispo de Posadas
para el segundo Domingo de Pascua (15 de Abril de 2012)
Durante varias semanas estaremos celebrando el tiempo pascual. Es un tiempo para
animarnos en la esperanza, porque Cristo resucitó y la vida triunfa sobre la muerte. Esta es
la experiencia gozosa de los Apóstoles que nos presenta el Evangelio de este domingo (Jn.
20,19-31). Ellos estaban reunidos en un lugar de Jerusalén y llenos de temor. No era para
menos, lo habían matado a quien ellos seguían y no sabían que podría pasarles. El texto
bíblico nos dice: “Jesús poniéndose en medio de ellos, les dijo ¡La paz esté con ustedes!...
Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes” (Jn. 20,19-20). Esta
experiencia de fe era fundamental para que los Apóstoles reciban el mandato de
evangelizar.
Quizá nos venga bien repasar estos textos pascuales, para ubicarnos sobre cuál es el
aporte que nuestro tiempo necesita de los cristianos. Este encuentro pascual fue
fundamental para que los Apóstoles sobrelleven las dificultades de su tiempo. Nosotros
también necesitamos de esta experiencia de fe Pascual y de una espiritualidad más
profunda, para ser testigos en medio de tantos problemas y desafíos en este inicio del siglo
XXI.
En todas las épocas de la historia de la Iglesia, antes que los métodos y estrategias de
evangelización, aquello que ha motivado el anuncio han sido los tantísimos hombres y
mujeres que van buscando la Santidad, y con su testimonio de vida han hecho presente a
Jesucristo Resucitado. Es cierto que en una sociedad marcada sobre todo por una visión del
hombre materialista y consumista, y que busca imponerse desde los grandes mega medios,
y desde organismos internacionales que someten con presiones políticas y económicas,
incluso a naciones, gobiernos y parlamentos…, es difícil para los cristianos discernir y no
mimetizarse “con lo que ordena el mundo “supuestamente” moderno y avanzado”.
En América Latina, en Aparecida y en nuestra Diócesis con “las Orientaciones
pastorales” de nuestro Sínodo, hemos visto y decidido que el camino para responder a
nuestro tiempo es el del seguimiento a Cristo, el Señor, desde la experiencia de la Pascua,
en el camino del discipulado y la misión. En Aparecida se señalaba la necesidad de esta
presencia cristiana en “los nuevos areópagos y centros de decisión”: “Queremos felicitar e
incentivar a tantos discípulos y misioneros de Jesucristo que, con su presencia ética
coherente, siguen sembrando los valores evangélicos en los ambientes donde
tradicionalmente se hace cultura y en los nuevos areópagos: el mundo de las
comunicaciones, la construcción de la paz, el desarrollo y la liberación de los pueblos,
sobre todo de las minorías, la promoción de la mujer y de los niños, la ecología y la
protección de la naturaleza. Y “el vastísimo areópago de las culturas, de la experimentación
científica, de las relaciones internacionales”. Evangelizar la cultura, lejos de abandonar la
opción preferencial por los pobres y el compromiso con la realidad, nace del amor
apasionado a Cristo, que acompaña al Pueblo de Dios en la misión de inculcar el Evangelio
en la historia, ardiente e infatigable en su caridad samaritana” (491).
Aunque no fue suficientemente reflejado en los medios de comunicación, debemos
agradecer a Dios la intensidad con que se vivió la Semana Santa y la Pascua en todas las
comunidades y localidades de nuestra Diócesis. Desde el Domingo de Ramos, la Misa
Crismal en Loreto, las celebraciones del triduo Pascual, los vía crucis y las visitas a las
Iglesias… fueron una experiencia viva de la fe católica de nuestro pueblo misionero. Es
importante señalar y comunicar estas expresiones sanas, profundas de nuestra gente, ya que
muchas veces se tiende a mostrar solo algunas situaciones conflictivas o problemáticas
generalizando y distorsionando la realidad al quedar en el silencio la gran mayoría de
acciones y realidades maravillosas vividas por nuestra gente, laicos, sacerdotes y
consagrados, que desde la cotidianidad son los que hacen fecundo nuestro tiempo.
Tenemos que agradecer a Dios y a tantos hermanos y hermanas el testimonio pascual
que dan, aún en el dolor y sufrimiento, con sus vidas son testigos de la esperanza.
¡Un saludo cercano y hasta el próximo domingo!
Mons. Juan Rubén Martínez, Obispo de Posadas