Comentario al evangelio del Martes 17 de Abril del 2012
Nicodemo es un hombre envuelto en dudas, perdido en medio de las incertezas de la noche (viene de
noche), pero buscador de la verdad, esperando tal vez una luz para llegar más rápido al Reino. No pide
explicaciones; simplemente capta los signos y reconoce la autoridad de Jesús basado en las obras que
hace. Para él Jesús es un gran hombre de Dios.
A lo largo de los cincuenta días de la Pascua leemos en la liturgia el libro de los Hechos de los
Apóstoles. Y hoy la primera lectura nos trae una referencia muy concreta a la vida de las primeras
comunidades cristianas de Jerusalén.
«Tenían una sola alma y un solo corazón. Nadie consideraba sus bienes como propios» y «no había
entre ellos ningún necesitado». ¿Se puede ser más utópico e idealista?
Sin embargo, Lucas era un hombre realista y con los pies en la tierra. Él mismo recoge en su evangelio
las palabras de Jesús de que los pobres estarán siempre con nosotros. Lucas no pretende ofrecernos un
sistema evangélico de reforma social; presenta el Evangelio como una exigencia radical. Exigencia que
comenzó a hacerse realidad entre los primeros cristianos aunque fuera de un modo limitado, tímido,
que no funcionaría por mucho tiempo y quizás no muy de acuerdo con las leyes de la economía.
Como nos sucede hoy día con la enorme crisis económica, también entonces había en la comunidad
cristiana un problema serio de pobreza y la comunidad respondió a las necesidades de los pobres de un
modo heroico. Su ejemplo está ahí cuestionando a los cristianos de hoy para que construyamos otro
tipo de sociedad más justa y equitativa.
Hoy la caridad de los cristianos es algo más que un dinero; se concreta en la oferta de un trabajo a
quien no lo tiene, aunque sólo sea por unas horas.
Carlos Latorre, cmf