III Semana de Pascua
Con permiso de dominicos.org
Martes
“Mi Padre es quien os da el verdadero Pan del cielo”
I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 7, 51-59
En aquellos días, Esteban decía al pueblo, a los ancianos y a los escribas; -
«¡Duros de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! Siempre resistís al
Espíritu Santo, lo mismo que vuestros padres. ¿Hubo un profeta que vuestros
padres no persiguieran? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del justo,
y ahora vosotros lo habéis traicionado y asesinado; recibisteis la Ley por
mediación de ángeles, y no la habéis observado.» Oyendo estas palabras, se
recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu
Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a jesús de pie a la
derecha de Dios, y dijo: -«Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la
derecha de Dios.» Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un
solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se
pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven
llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta
invocación: - «Señor Jesús, recibe mi espíritu.» Luego, cayendo de rodillas,
lanzó un grito: - «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.» Y, con estas
palabras, expiró. Saulo aprobaba la ejecución.
Sal 30. 3cd-4. 6ab y 7b y 8a. 17 y 21 ab R. A tus manos, Señor, encomiendo mi
espíritu
Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirígeme y guíame. R/.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás;
yo confío en el Señor.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. R/.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia.
En el asilo de tu presencia los escondes
de las conjuras humanas. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 30-35
En aquel tiempo, dijo la gente a Jesús: - «¿Y qué signo vemos que haces tú,
para que creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en
el desierto, como está escrito: "Les dio a comer pan del cielo."» Jesús les
replicó: - «Os aseguro que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es
mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que
baja del cielo y da vida al mundo.» Entonces le dijeron: - «Señor, danos siempre
de este pan.» Jesús les contestó: - «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí
no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed.»
II. Oramos con la Palabra
JESUCRISTO: tú eres el pan de la vida. ¿Cómo es posible que me acostumbre a
comerte en la Eucaristía sin saltar de gozo, sin progresar en el camino de la fe,
sin crecer mi amistad contigo? Dame siempre de ese pan, pero concédeme que
lo reciba con la certeza absoluta de que eres tú, y el gozo detenerte dentro de
mí. En este día de San Juan de Ávila, te pido por los sacerdotes de España: sé tú
su mejor amigo.
Esta oración está incluida en el libro: Evangelio 2011 de
EDIBESA.
III. Compartimos la Palabra
“Señor Jesús, recibe mi espíritu” “ Señor: no les tengas en cuenta
este pecado”
El martirio de San Esteban tiene lugar por la intransigencia de cuantos le
escuchaban, que no quieren aceptar la verdad que proclama Esteban, se sienten
poseedores de toda la verdad y lo que más les duele es oír que no observan la
Ley; ellos que hacían gala de su fidelidad a la misma, eran los “Maestros de la
Ley”.
La afirmación de que “El Hijo del hombre”, a quien ellos habían crucificado,
estaba sentado a la derecha del Padre, era decir que Jesús participaba de la
soberanía de Dios. Para el monoteísmo judío esto era una blasfemia y así acusan
a Esteban de blasfemo. Los presentes se lanzan contra él, lo sacan de la ciudad
y lo apedrean, entendían que de ese modo eran cumplidores de la Ley.
Esteban muere por defender la verdad de Cristo: como Él, entrega su Espíritu al
Padre y pide perdón por los que le estaban matando.
En nuestros días también hay mucho fundamentalismo, quienes creen ser
poseedores de toda la verdad, y son incapaces de buscar la verdad del otro
respetando la verdad de los demás. También hay persecuciones, unas
manifiestas y otras solapadas, que hacen la vida imposible a quienes no piensan
como ellos.
Aprendamos con sencillez a respetar la verdad del otro, así juntos podremos
hallar la única verdad absoluta: “Dios”.
“Mi Padre es quien os da el verdadero Pan del cielo”
Para creer a Jesús, los judíos le exigían que hiciera algo extraordinario, pero
Jesús a ellos les reclama la fe, fe gratuita y desinteresada, testimonial, como la
que hemos contemplado en Esteban, fe que surge del verdadero encuentro con
Cristo, el enviado del Padre. Al preguntarle, le recuerdan como sus padres, por
medio de Moisés, comieron el maná en el desierto. Jesús les aclara: “No fue
Moisés el que os dio el maná, fue mi Padre el que os da verdadero Pan del cielo.
Jesús, sin duda, hace alusión al Pan de la Eucaristía. Él ha venido del cielo para
ser alimento de nuestras almas, Pan que da la vida al mundo. Ellos contestan:
“danos siempre de ese pan”.
También nosotros debemos pedir con fe: “Danos siempre de ese Pan”, nos
acercamos a la Mesa Eucarística donde El se parte y comparte para darnos vida,
pero muchas veces rutinariamente, con una fe lánguida. Pidamos con verdadera
fe: “danos siempre de este pan”. Recibiéndole con fe se cumplirá en nosotros la
promesa: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo le
resucitaré en el último día”. Misterio de fe: solo en y por Él encontraremos la
vida eterna.
Hna. María Pilar Garrúes El Cid
Misionera Dominica del Rosario